Apacible

Mezclamos barbitúricos de a quince el seguir vivo y Absolut a morro. No había ninguna música de fondo. Al menos ya no la escuchaba. Sólo oía carcajadas lejanas que rebotaban contra las paredes del cuarto y me estallaban en el cerebro, haciéndome andar a gatas como bajo alambre de espino.

'¡Es la guerra!', repetía, y daba otro gran trago. Todavía hoy queda alcohol repartido por la alfombra. No sé si hicimos el amor. Creo que no. A eso no se le puede llamar amor.

Sólo bebimos y echamos ojo a los viejos álbumes hasta que el día nos pilló de sorpresa y nos mató la vista.

Hoy en día From Silence va por nosotros. Al final, lo único que quedó es el silencio. Cómodo, demasiado largo y con esbozos de dejar de serlo. Pero, tristemente, el disco siempre acaba igual.

No existen las noches en vela. El insomnio es un estado mental que inventé para tener más horas en las que pensar cómo olvidar o revivir todo aquello. Tanto tiempo después y aún no he conseguido ninguna de las dos.

Algún día me levantaré de la cama y recordaré qué canción sonaba mientras nos despedíamos sin darnos cuenta.

Hasta entonces, yo seguiré aquí, escribiendo poemas sobre el mar, la infinitud del universo y lo apacible que se ve la muerte.

Qué escribir

Cuando uno no sabe sobre qué escribir, ¿sobre qué escribe?

Cuando tienes mil ideas en la cabeza y no sabes cómo sacarlas puedes dormir tranquilo, pensando: 'Bueno, el mayor problema es sacarlo pero, al menos, sabemos que, ahí, hay algo.'

Lo jodido viene cuando, por más que te esfuerces, aprietes los ojos y frunzas el ceño, sólo escuchas el 'pum-pum' del corazón palpitando en la sien.

Cuando uno no sabe sobre qué escribir, ¿sobre qué escribe?

Pues escribe sobre qué escribir cuando uno no sabe qué escribir.

Llegarán mejores días. Lo prometo.

In hoc signo vinces

Las luces de colores se apagaron, subimos
a observar el cielo azul metalizao' desde el tejado,
la música de fondo, nos late muy profundo,
fumando, me siento el rey del mundo.

Me dijeron: "tú pide lo que quieras, eres libre,
sólo con dinero seguirás siendo el más pobre,
mira dónde pisas, los charcos nos cubren,
siempre despertamos bajo un cielo hecho con cobre."

Si no llaman dos veces no les abras,
brillan por su ausencia y cuando están dejan las sobras,
muerde la conciencia como tú muy bien sabrás,
y si llego a la treintena lo celebras, y no hay más.

Monedas de cincuenta en el bolsillo,
la vida nos da tregua lo que dura un cigarrillo,
hace tiempo que no rezo, ya no creo en los altares,
si Dios les da la espalda se derrumban sus pilares.

Un viaje de ida por tu médula espinal,
usémonos deprisa que se vislumbra el final,
crecemos encerraos' en una cárcel de mentira,
puede que fallen maneras pero, chico, es lo normal.

Mezclando sin saber lo que nos queda, el tiempo
siempre es cíclico, vivimos como un hámster en la rueda,
nos hemos criado en esta selva, la aguja y
lo demás sólo fue objeto de teorías color malva.

Observa, la palman, mezclando ron con Pall Mall,
se torna en blanco y negro, imposible descifrarme,
vivir documental pero sin cámaras que filmen,
no pienso desquitarme, prefiero emborracharme.
Ó. Bol'shoi - In hoc signo vinces.

Qué te parece

¿Qué te parece si les dejamos de lado y empezamos a vivir la vida? Deja los recuerdos en la cámara, la cámara en el bolso y deshazte de él.

No nos queda mucho tiempo para que la monotonía se presente cada mañana al abrir los ojos y nos de las buenas noches una vez pasadas las doce. Aprovechemos que, de momento, las buenas noches nos las den cuando el Sol ya está saliendo.

No pintes las paredes de tu cueva. Deja que los que lleguen tengan que inventarse un pasado nuevo. Que se inventen los pasados que ellos quieran, y actúen en consecuencia. Éso es lo que vamos a hacer tú y yo. ¿Qué te parece?

Súbete a un taxi y grita: '¡Siga a ese coche!'. Y si piensas que no te puede ofrecer una buena historia, pídele que siga a otro. Sigue a todos los coches de la ciudad y bájate cuando el reloj marque la hora que tú quieras.

Al fin y al cabo somos jóvenes.

Hasta que escribo

Me pesan los párpados, el cuerpo y el alma. Me pesa la carga que llevo a los hombros y me pesa, aún más, el no saber por qué carajos he de llevarla y quién la puso ahí.

He de reconocer que soy un tío despreocupado. Nunca le doy las vueltas necesarias a las cosas hasta que decido escribirlas aquí. Nunca me tomo nada en serio hasta que me toca explicarlo y darme cuenta de que me está jodiendo de verdad.

No sé si es la etapa sincera del alcohol o las ganas de vaciarme por dentro, quizá una mezcla perfecta de ambas, pero le encuentro más sentido a estos tres párrafos que a horas y horas de conversaciones vacías.

Nada duele hasta que escribo.

Un poco más de cuerda

Voy a ser todo lo que quise ser y eso va a decir una mierda mi favor. No sé qué día es hoy. Lo único que me importa es verte tumbada en la cama, desnuda, intentando hacerme creer que soy una buena persona.

Un reloj convencional marca la misma hora dos veces al día. El reloj que mide nuestro tiempo marca la misma hora veinticuatro veces. Marca la hora en la que decidiste que ya era suficiente, que debíamos dejar de engañarnos y volver a poner la Tierra bajo nuestros pies. Marca la hora en la que besaste mi mejilla y me dijiste 'adios'.

Hoy, miles de mismas horas después, la Tierra ya no está bajo mis pies. Desde hace mucho tiempo llevo todo su peso sobre los hombros. Algunos lo llaman 'el peso de la culpa'. Yo lo llamo 'la vida puta que nos ha tocado vivir'.

Probé el café y no me gustó. Probé a caminar bajo la lluvia durante horas y lo único que conseguí fue empaparme hasta los huesos. Probé a beber y beber y... bueno, a partir de ahí no recuerdo nada. Probé a hacer el amor y no follar, pero se parecen mucho, ¿lo sabías? Aunque, supongo, eso último dependerá del tipo de persona que seas y de cuál es el adjetivo que pones delante aquella última chica.

Recuerdo aquella noche en la que probé a caminar bajo la lluvia durante horas. Paré delante de tu puerta y me quedé allí, notando como el agua se filtraba por mis huesos y helaba hasta la sangre. Metí la mano en el bolsillo de la chaqueta y saqué un sobre. No había nada escrito en el hueco reservado para el remitente porque no era necesario.

Los goterones que caían del balcón comenzaron a arrugar el sobre y empapar lo que había dentro. Sólo eran letras, al fin y al cabo, pero yo creía que eran importantes.

Dudé, durante lo que yo creí que fueron días, y dejé el sobre en el suelo. El destino, el karma, Dios o cualquier otra sucia invención del hombre para no reconocer sus errores decidiría si recogerías ese sobre antes de que la lluvia asesinase al papel y lo que en él había escrito. Volví por donde había venido. Llovía con más intensidad y pensaba que iba a morir bajo todo aquel agua. Lo que no sabía es que, poco a poco, había empezado a morir hacía ya mucho tiempo.

Con el paso del tiempo he descubierto que no llegaste a abrir ese sobre.

Hoy, miles de horas después, sabrás qué había escrito en ese papel, qué mensaje te dejé antes de que me olvidases para siempre, qué último favor te pedí, antes de condenarme a vivir en el mismo puto instante para siempre, rezando porque el segundero volviese a girar al ritmo de nuestros latidos.

Lo que allí ponía no era más que:

"Dame un poco más de cuerda."

Demasiado tiempo

He estado buscando en un cajón todas las cosas que me recuerdan a ayer. Todas los discos, las fotografías, los libros... todo. Todo aquello que evocase tiempos mejores ha ardido lentamente mientras emanaba un humo denso de ambiguos sentimientos. Harto ya de recordar lo feliz que fui y vivir en una eterna comparación entre lo que soy ahora y lo que perdí por el camino.

Apartar todas las migas de pan, barrer las huellas que he dejado en la arena y borrar las marcas que dejé en los labios de alguna loca sin cuidado. Mi nombre aparece sobre la palabra 'odio' y mis iniciales a menudo se confunden. Me nombras y acabas la frase con un sonoro 'gilipollas' que hace que me piten los oídos.

La culpa no fue mía, 'para siempre' es demasiado tiempo.

No lo tengáis en cuenta

He decidido colgar un calendario en mi pared sólo para tener la sensación de que pasan los días. Dentro de mi habitación siempre son iguales. Hay detalles que dan ligeras pistas, como el montón de ropa, cada vez más y más alto. Juraría que yo tenía una silla.

Fuera, los árboles son mis confidentes. A medida que pasan los días van teniendo menos hojas en sus ramas. Nosotros nos ponemos más y más ropa y ellos se desnudan para recibir, de lleno, un otoño gris, tedioso y húmedo.

El estado de ánimo en una tarde como esta puede llegar a enterrarse varios metros. Pasan las horas y tu único deseo es que llegue el día siguiente. ¿Para qué? Nadie lo sabe. Mañana será igual.

Mismos devanéos que ayer. Los mismos que los años anteriores. Es la historia de siempre.

No lo tengáis en cuenta.

Dejaremos el tema

Os diré algo... 'justo aquí' no existe. 'Justo aquí' es un estado mental, creado por la loca que maneja los aparatos en tu azotea. 'Justo aquí' es el sitio que tú quieras que 'justo aquí' sea. No lo decido yo, no lo decide él, no es un punto exacto, con unas coordenadas preestablecidas, de ningún mapa. Lo decides tú.
Eso es lo que vosotras hubiéseis querido escuchar.

Pero, por hoy, dejaremos el tema... justo aquí.

Suframos

Pinté de blanco al negro y con la poca luz que había formé mi propia galaxia. Hice melodías enteras mezclando distintos tonos de silencio, como el que construye una escala de grises. La soledad pasó a ser la Sole.

Invertí todo mi tiempo en seducirla y acabamos haciendo el amor. Somos pareja de hecho, por lo civil y por lo criminal. Algún día perderé la cabeza porque se enamorará de otro hombre y decidiré acabar con ella.

La engañaré con alguna mujer real, que me quiera o que lo finja, que yo la quiera y no pueda fingirlo. Lo de los orgasmos me da igual. Los orgasmos sólo son orgasmos cuando son sufridos. Términos ambiguos del placer.

Suframos.

Justo aquí

-Tío, si tuvieses que besar por primera vez a una chica, ¿dónde lo harías?
*Pues... creo que... justo aquí.
-¿Ahí? ¿Por qué ahí? Menuda estupidez. ¿Por qué no besarla en la boca directamente?
*Porque así sabría si ella me quiere besar a mi.
-¿Pero qué...?
*Hahaha. ¿No lo entiendes?
-¡Claro que no! Si quiere besarte, sigue besándote. Si no, no. ¿Te has vuelto idiota?
*Un buen beso puede jugar a sus anchas por su cabeza y hacerla creer cosas que ella no quiere creer.
-¿Se puede saber qué coño estás diciendo? No entiendo nada, macho.
*Imagina que una chica, que a ti no te gusta una puta mierda, te la chupa. Así, sin más.
-Oh, sí.
*A ti esa chica no te gusta, pero la chupa debuti y, oye, no tienes nada mejor.
-Sí.
*Pues ya está. Un beso puede hacer lo mismo. Parecido.
-Creo que te has vuelto marica. O sentimental.
*Bueno, tío. Me has preguntado que dónde la besaría. Yo te contesto.
-¿Qué tiene de especial que la beses ahí?
*Ya lo descubrirás. Me voy.
-¡¿Qué?! ¡No me dejes así, hijo de puta!
*Ya nos veremos.
-¡Cabrón! ¡Dímelo!
*¿Te vas a volver marica? ¿O sentimental?
-Maldito cabrón.

Nada

Siempre pienso en lo mismo, pero no consigo sacar nada en claro. Hablo de nada conmigo mismo, o con nadie, y ninguno de los dos me contesta. Y, al final, acabo escribiendo eso... nada.

Doy vueltas alrededor de la misma piedra, esperando el instante preciso para volver a tropezar con ella y hacer que todo ha sido por culpa de un descuido. Que, ni ella, ni yo, tendríamos que haber estado allí en ese momento. Que, ni ella, ni yo, tendríamos que haber estado.

Hice de la nada un paisaje donde perderme cuando pensaba en ella. Un campo de trigo, un atardecer rojizo, una noche lluviosa o un despertar en la playa. Un viaje eterno por una carretera que no lleva a ninguna parte. Simplemente hay un croma delante de nosotros y el proyector de detrás va cambiando el paisaje. Si miras por la ventanilla te darás cuenta de que tampoco hay nada. No decidimos nuestro futuro, no tenemos un presente y el pasado determina nuestro camino.

¿Has visto todo lo que puedo sacar de la nada?

Si me buscas, búscame donde tú pienses que puedo estar. Allí estaré. Da igual el lugar que hayas elegido, yo sólo existo si me piensas. En el centro de una habitación enorme. Sentado sobre un taburete. El suelo es de madera vieja y en el techo hay una única luz que me ciega. ¿El color de las paredes? No lo sé. Todo esto es tan inmenso, y yo estaba tan sólo, que dejé que la oscuridad se quedase con el resto.

A mi me vale con esto, siempre que sea lo que tú has pensado para mi.

Y, cuando salga de aquí, qué me espera. Caminaré por la ciudad, la que hay dentro de tu cabecita loca. Esa ciudad que yo inventé, a la que yo di forma y a la que, tiempo después, vuelvo... Pero ya no es lo mismo. Los maravillosos colores que antes la bañaban han envejecido, se han convertido en cientos de tonalidades de gris. Las rejas de las ventanas se han oxidado y los bares han quedado desiertos. Las hojas de los árboles han acabado muriendo contra el suelo, o ahogadas en algún estanque, y nadie estaba allí para salvarlas.

Esta ciudad, a la que yo di vida, está a punto de morir, pasar a la historia, dejar de ser nuestra historia. Ando con las manos metidas en los bolsillos, despacio, observando de nuevo todos los lugares donde nos besábamos.

Yo no quiero que esta ciudad vuelva a ser la de antes. Yo quiero que te mudes aquí, conmigo, y seamos de nuevo 'nosotros'. Que la llama de la vela no se termine apagando como pasa siempre. Éso es lo que yo quiero.

Pero, al final, todo volverá a ser lo mismo de antes... nada.

No me pidáis nada

Volveré de entre los muertos, algún día. Hasta entonces, seguiré observando desde aquí debajo. Seguiré viendo vuestros fallos, obviando los míos y convirtiéndome en un crítico, un hipócrita, poco a poco. Volveré de entre los muertos, pero el sabor de mi boca seguirá siendo el sabor a tierra que dejaste antes de marcharte. Porque, al fin y al cabo, hay cosas que no cambian una puta mierda.

Me habré ganado el cielo mil veces y, al siguiente instante, lo habré dejado escapar, o lo habré perdido, pero lo que importa es la ganancia. Saber que sus puertas han estado abiertas, para mi, es un consuelo. No te hablo de un cielo post-mortem, te hablo de un cielo en la misma vida, en el mismo barro que pisas.

Siempre fui demasiado bueno para todos. Siempre fui ese alguien especial, y siempre acabé cansado de serlo. Me dijeron: 'tú no cambies', pero no hicieron nada porque yo siguiese así. Me dijeron: 'tú me cambias', pero no hicieron nada por seguir así.

No intentes buscarle el sentido. Sólo si vives aquí dentro lograrás entender que nadie puede encontrarle el sentido. Yo, de vez en cuando, hablo en voz alta y me miro desde una tercera persona, cenitalmente, para intentar entenderme. No lo estoy haciendo bien.

Sólo espero que no cambiéis. Que no sigáis iguales. Sólo espero que no me pidáis nada.

No voy a hablarte sobre ello

Los pájaros picotean las últimas migas de los sandwiches que, horas antes, perecían entre los dientes de los chavales de aquel colegio. Seguimos en un otoño hipócrita, incapaz de mostrar su verdadera cara. Muchos le añoraban, pero era sólo un espejismo. Su frío y tardes de lluvia acaban por hacernos maldecir esta puta estación intermediaria entre los días en la calle y las noches en los bares.

Los chavales juegan a la pelota en la plaza y suben tarde a cenar. Hacen los deberes deprisa y corriendo, como realmente hay que hacerlos, como los hemos hecho todos. Una ducha, tortilla francesa con ketchup y a dormir. El cuerpo pesa y a las nueve hay que estar en clase de nuevo.

Desde aquí se ve todo increíble. Las terrazas de los bares están llenas en pleno octubre. Mientras los adultos charlan sobre la crisis, los que no somos ni tan adultos, ni tan niños, hablamos de nuestra propia crisis mental. Es transitoria. Es una crisis ficticia. Está todo aquí dentro, en la cabeza o en el pecho, según el día y la hora.

Yo sigo esperando, sentado en el respaldo del banco. Es la manera que tenemos los gilipollas de sentarnos hoy en día. Las niñas pasan por delante y hablan de cosas de niñas un poco más mayores. Ellas quieren ser algo más mayores y, para ello, se maquillan, llevan vaqueros ajustados y enseñan un poco las tetas. Miras. Y piensas en que, tarde o temprano, algún tío peor que tú -si cabe- les llenará la cabeza de frases bonitas y se las follará, como intentabas hacer tú. Hoy en día los chavales vienen enseñados.

Sacas el móvil, miras la hora, lo guardas y sigues sin saber qué puta hora es. Es lo más clásico que existe. Sigue pasando gente y tú sigues esperando. Lo único que te queda ya es quedarte observando el lugar que has intentado evitar todo este tiempo. Tío, no sé qué tendrá ese puto portal, pero debe ser un imán para mi coraza de metal. Bullshit.

No voy a hablarte sobre ello. Es una sensación que ya conoces. Ahora mismo estás pensando en esa chica, tío. Vienen a tu mente algunos momentos y piensas: 'Joder, este hijo de puta siempre me la termina liando.' Cada vez que paso por allí, miro. Con el coche, miro. Andando, miro. Soñando, bueno, soñando no miro. Cuando sueño ya hemos pasado el portal.

Por eso no me gusta llegar pronto a los sitios. Son momentos en los que te da por pensar. Y como soy un gilipollas, siempre ando pensando en lo mismo. Sé que no soy el único, pero me gusta dármelas de especial de vez en cuando.

Aún así, sigo llegando pronto, a ver si llega el día en que salga del portal y piense que estoy esperándola.

Porque, al fin y al cabo, no sólo yo soy un gilipollas.

Ex-novias

Hoy ha sido una de esas buenas noches. Una noche como las de antes. Una noche de borrachera, intento de paja y a la cama.

Éstas dos últimas están sin hacer. Una de las dos quedará en un 'podría haber sido'. El cansancio decidirá cuál.

Estoy jodido conmigo mismo. 'Dolor' ha sido una puta mierda. Tenía en mente una historia cojonuda pero, como en la vida real, los mejores planes son los improvisados. No pediré perdón. Al menos esta vez.

Esto es un desahogo contínuo, si no, no escribiría, medio borracho, casi a las cinco de la mañana. No hablaría sobre las tías que me han jodido y sobre las tías a las que he intentado joder. Es así.

Escribía para contentar a una persona. Después escribía para contentar a más de una persona y, ahora, escribo para contentarme a mi. Es la tarea más jodida de todas.

La cabeza no funciona nunca como nosotros queremos. La muy puta juega con nosotros, pero es la única que se divierte. El día que consigamos controlarla, perderemos la alegría y lo que quiera que sea, que nos hace seguir adelante. Espero que ese día nunca llegue.

Por lo pronto otra noche toca a su fin. Lo bueno es que hay algo que nunca cambia...

Y es que, pase lo que pase, el último tema de conversación son las ex-novias.

Dolor

Despierto en la habitación número 128. Duodécima planta. El nombre del hotel... no recuerdo. Ha debido de morir alguien aquí esta noche. O, al menos, así huele. La cabeza da vueltas y parece que se va a despegar del cuello. Algunos pocos hijos de puta están siguiendo la fiesta dentro. Dolor.

Hay tres mujeres desnudas en mi campo visual, botellas de champagne vacías, una bandeja con billetes de 10$ sobre la mesa de cristal y un par de sujetadores colgando de la lámpara. Manchas por las paredes, rotos en las cortinas y un condón usado en mi polla. Dolor.

Me levanto y veo manchas de sangre donde, hace un instante, tenía apoyada la espalda. ¿Qué cojones? Me toco la espalda y, efectivamente, estoy sangrando. No debe ser grave, no duele. Voy al baño, tiro el condón a la papelera y echo la primera meada del día. Me lavo las manos y la cara. Salgo del baño y observo el salón desde aquí. Como alguna de esas mujeres no esté viva, me habré metido en un problema muy jodido. Dolor.

Creo que lo mejor que puedo hacer es buscar mi ropa y bajarme a desayunar. Espero que la puerta no esté precintada cuando suba, porque la cartera tiene que estar por aquí, pero eso es algo que ya descubriré luego. Me pongo los vaqueros, la camiseta, los náuticos y salgo. Hasta la vista, putitas. Dolor.

Un café, por favor. Bien cargado. Gracias. Veinte minutos y cuatro cafés después, se oye un gran revuelo en el hall. Policía y ambulancias. Si van a la doce estoy jodido. Si van a la 128 estoy muy jodido. Vuelvo a terminar mi café y subo en el ascensor. Conmigo suben un par de policías. No dicen nada, pero tienen un gesto que me grita 'problemas'. Van al mismo piso que yo, qué suerte he tenido esta vez. Dejo que salgan primero y les sigo. Creo que vamos al mismo sitio. Dolor.

Poco más hay que contar de aquella mañana. Al final resulta que sí que estaban muertas. No las tres que había en el salón, conmigo, sino un par que estaban en el dormitorio. Una le había disparado a la otra y después se había suicidado. Maldita gilipollas. ¿No podía saltar por el balcón como todo el mundo?

Dolor.

Apagado

La vela se consume y el fondo se llena de cera líquida. La llama ilumina en redondo el cuarto, quedándose a oscuras las cuatro esquinas. El fuego baila al ritmo que marcan mis pulmones. Es un tango con mi aliento en el que sólo uno puede quedar vivo. Es el Tango della Morte.

Mientras se consume el tiempo, los recuerdos suben al tren. La estación está llena. El andén está repleto de pasajeros que temen perder la última oportunidad de salir de aquí. Ruidos, golpes, carreras... El reloj de la estación no marca ninguna hora. Aquí dentro el tiempo es efímero. Las agujas están prohibidas.

Yo sigo tirado en la cama, boca arriba. Por la ventana entra un pequeño rayo de luz. Fuera es otoño. Una de esas frías noches de otoño. Los árboles tornan pardos al igual que los gatos. Las hojas llegan a viejas y no consiguen mantenerse agarradas a sus ramas. El aire se convierte en un manto color de apatía y momentos melancólicos. La niebla hace que la luz de los faroles se disipe antes de llegar a ti. Una pareja de enamorados vuelve a casa después de una noche en el teatro. Se quieren mucho. Se desean. Son jóvenes y sólo desprenden pasión. Caminan torpemente al ir abrazados el uno al otro, agarrados de la mano. Él lleva una larga gabardina negra y ella una falda larga. Ella lleva, en la mano derecha, una rosa. Seguramente hagan el amor.

El maquinista hace una última llamada. El andén está quedándose vacío. Sólo algunos pocos recuerdos, los que no han conseguido billete o los que, simplemente, no quieren irse de aquí, despiden a los que ya están dentro. Lanzan besos, apoyan su mano contra el cristal de la ventanilla, y lloran. No es un 'ya nos veremos', no. Es un 'espero que os vaya bien'. Se quedan aquí, conmigo.

Cierro los ojos y los vuelvo a abrir. Me giro, recostándome sobre mi brazo derecho. Alargo la mano izquierda y abro el cajón que hay junto a la cama. Suena metal rodando. Abro una caja de madera y saco el revólver. Hay tres balas. Exceso de munición. Sólo necesito una. La meto, giro el tambor y lo cierro. Qué maravilloso es este mundo. El tren ya ha salido de la estación, a la vela le queda mi último suspiro y los recuerdos están llorándome al oído. Sólo una lágrima se ha atrevido a salir, buscando mi barbilla para acabar suicidándose contra el frío suelo de madera. Me siento sobre la cama, rezo y miro al techo. Espero que guarden sitio ahí arriba para los cabrones como yo. Giro la pistola y pongo el pulgar en el gatillo. Abro la boca y meto el cañón.

'Click'. Dios me ha concedido otra oportunidad.

'Click'. Dos.

'Click'. Tres.

¡PUM!

...

La vela se ha consumido. La llama se ha apagado.

Rutina

rutinario, ria.
1. adj. Que se hace por práctica o rutina.
2. adj. Dicho de una persona: Que obra por mera rutina.

rutina.
1. f. Costumbre invertebrada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas.
2. f. Inform. Secuencia invariable de instrucciones que forma parte de un programa y se puede utilizar repetidamente.

Ésta es la mejor definición que encuentro de mi estado mental actual. Sólo puedo dar las gracias y pedir perdón a todos los que os dejáis caer por aquí a diario.

Dije que habría tiempos mejores y me recriminaste que no saliese a buscarlos. Han de venir ellos solos y aprenderse, de una vez por todas, el camino.

Para volver aquí

Todo buen escritor se caracteriza por tener una mejor musa. Normalmente son mujeres, pero no siempre es así. En mi caso no. Yo no tengo mujeres. De hecho, ningún hombre tiene, no son suyas. Pero las idealizamos y las usamos para sacar adelante remolinos de galaxias que se encuentran dentro de nuestra puta cabeza loca.

Yo ya dejé de recurrir a las musas hace mucho tiempo. Dejaron de venir a verme las muy hijas de puta. Mi relación con ellas era perfecta e individual. Cada noche venía una y, después de follar como locos, me ponía a escribir sin parar. Había noches en las que escribía dos o tres veces. Como cuando te corres y aún sientes que tienes ganas de más. Eran noches perfectas y, como todas las cosas perfectas, se evaporaron.

Hoy en día gasto mi tiempo buscando alguna de esas musas de saldo, en vez de dedicarlo a exprimir lo que hay dentro de mi, a intentar plasmar en este blog lo que no soy capaz de expresar durante el día a día. Éste es el cajón donde guardo mis secretos cada noche. Este es el sitio donde me gustaría descansar cuando la palme.

Hablé con una chica y le dije que quería tener algo con ella. Me hizo prometer que no la usaría como musa. Le pregunté extrañado que por qué y me contestó: 'Estoy enamorada de lo que escribes. No me gustaría ser la hija de puta que termine con todo.'

...enamorada de lo que escribes... Ése es el problema. Juegan con tu percepción del amor, te confunden. Te hacen pensar que están jodidamente colgadas por ti, cuando tú sólo eres ese tipo que se encarga de rellenar sus vacíos sentimentales. Tú eres el encargado de llevártela a las nubes pero, una vez que llegas, te dicen que pases a recogerlas en un par de horas.

El cielo está lleno de tías haciendo auto-stop para volver aquí.

El mejor de los poetas

Encuentro poesía en los sitios más inesperados. En un libro, en una canción, en una fotografía, en una mujer... Se empeñan en hacernos creer que éso no es poesía, que poesía es hacer que rimen las palabras que finalizan el verso. Extendieron su libertad y la permitieron ser asonante. ¿Y qué significa eso? Asonante. No sonante. No suena. No puedes leerlo, ni escucharlo, ni escribirlo. Sólo puedes sentirlo.

Poesía es todo lo que te rodea. Lo que vives día a día. Caminar por la calle, esperar al tren, maldecir en un atasco... Si no eres capaz de verlo, tienes que cambiar tu concepto de poesía. Tienes que cambiar tu concepto de lo que es la vida.

Lo bonito no sólo está en la imagen típica de libro. Lluvia, oscuridad, frío, una mujer desnuda y un pecado cometido en mil ocasiones. No. Lo bonito es esa mujer preciosa. Con su vestido nuevo, su pelo recogido y sus labios pintados de rojo. Lo bonito es el 'no' que sale directo de su alma y se clava en la tuya.

Lo bonito es eso. El dolor. La poesía es vida. La vida es dolor. El dolor es poesía.

Todo se resume al final. No importa que no lo entiendas. No hay nada que entender. No hay que esforzarse en eso. Tienes que dejar la mente libre y hacerle ver que puede empezar a volar. Fusionarte con todo aquello que rige tus latidos y latir también.

Puedes buscar poesía en los libros, pero ahí sólo encontrarás la mala poesía.

Haz que ella sonría y serás el mejor de los poetas.

La polla ilusa, la vida cansa

Hoy es un buen día pa' acabar con esas putas,
pa' volver a echar la pota o pa' cerrarles la bocaza,
pa' limpiarme con el agua de la lluvia estas dos botas,
pa' ahogarnos en la plaza aunque nos caigan cuatro gotas.
Vestir de viejo al joven y engañar un poco al crono,
sin pisar el freno, no será que echen de menos,
salir de casa tarde y no volver nunca temprano,
que sí, mamá, que seré bueno.
Estudiar toda una vida, descuido los detalles,
venga, chica, no me rayes, quiero que me folles,
lo demás es una excusa, yo te arranco una sonrisa
y esa blusa, que desnuda estás preciosa.
No estás enamorado, chico, sólo estás jodido,
sé lo que me digo, y cuando no, sólo lo escribo,
narro situaciones pa' escaparme de esta vida,
pero inspiro, miro al techo y pienso: 'mierda, no hay salida.'
Dale tiempo al tiempo, él sabrá que hacer él,
dame un puto respiro, chica, vivo en un papel,
jugando a ser poetas y jugándonos el tipo,
olvidando mis problemas, Víctor, prende con el Zippo.
Mamá decía: 'bajas si terminas los deberes',
estoy cansao del rap y las mujeres, no esperes
levantada que mañana habrá resaca,
la vida sabe a poco, pero bueno, es lo que toca.

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Describen ese coño como si fuese la polla,
no sé, quizá no valgo para esto,
me siguen en la calle y a través de una pantalla,
hablo de fumar y de beber, con quién me acuesto.
Las veces que me dices que no hay nada son las malas,
me quedé sin luz y sin cerillas pa' las velas,
hacía frío, me quedé sin pilas,
dijiste: 'para siempre', pero, aquí, es que el tiempo vuela.
No sé si sabes que yo escribo lo que hiciste,
filosofía: la del tiempo y el desgaste,
abrimos ese cofre pero sólo había un mapa,
parto mis costillas y debajo sólo hay chapa.
No soy un genio pero, chico, es que patinas,
pa' qué quieres tu polla, si no piensas ni con ella,
tabaco más alcohol, diecinueves hecho ruina,
lo único que importa es quién te quiere y quién te folla.
Subimos a ese taxi y nos perdimos, obviamente,
confío poco en todo, sólamente soy amante,
me tumbo sobre un vientre, le dan la vuelta a Roma,
sujétame o desátame y olvídame, eres drama.
Aun queda tema, normal si se desploma,
acabo cada noche en la mañana, perdona,
dijiste: 'para siempre' pero me sonaba a broma,
dijiste: 'que te follen' y acabamos en la cama.

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Trae antibióticos para el catarro, 
la correa para este perro,
abro el cuaderno, escupo y lo cierro,
mi paraíso, café y cigarro.
Trae antibióticos para el catarro, 
la correa para este perro,
abro el cuaderno, escupo y lo cierro,
mi paraíso, café y cigarro.

Tardes de sobremesa, el tiempo pesa, comsume y mata,
al final pasa, no me interesa, costillas rotas,
la droga acosa, alivia, la cuerda tensa,
la polla ilusa y la vida cansa. 
La mente en blanco y difusa cuando piensa,
la sangre espesa, nos nubla y se condensa,
no sé qué piden que no les haya contado ya,
sólo escribo ofensas, me tenéis hasta la polla.
Trae antibióticos para el catarro,
las heridas del asfalto de recuerdo,
abro el cuaderno, escupo y lo cierro,
encuentro libertad en cada nota y me la guardo.
Sólo un poema y una rosa sin espinas,
dijiste: 'hemos de hablar', y se afiló la guillotina,
yo miro la ventana y la verdad es que da pena,
cristal hecho prisión y la presión aprieta y drena.
Ó. Bol-shoi.

Simplemente

Temperaturas de verano con la mentalidad de otoño. La cabeza se adapta más rápido que el cuerpo al cambio y eso nos desequilibra y trastoca. Afloran sensaciones que creíamos extinguidas y lo hacen con más fuerza. Dejas de buscar amantes para buscar amor. Otros, ya cansados, dejamos de buscar. Simplemente.

De vez en cuando el agua arrastra fotografías que rompimos y tiramos al váter. Y cuando estás sentado en la orilla de tu cama, se detienen. Recogemos los cachitos y los juntamos. Y al volver a verla sentimos que fuimos unos completos gilipollas. Siempre pensamos que nosotros no tuvimos la culpa, pero eso nunca lo sabremos al cien por cien.

Hay muchas cosas ahora mismo en mi cabeza y no consigo ordenarlas. Me siento exactamente igual que hace un año. Abrí la caja de los recuerdos y me pegaron todos en la cara. No sé qué escribir. Quiero. Pero con eso no basta.

Esperemos que llegue el frío y me tenga que tapar con la manta. Esperemos que llegue el frío y me pida que le tape a ella también.

Esperemos. Simplemente.

Tiempo al tiempo

Hoy es un buen día pa' acabar con esas putas,
pa' cerrarles la bocaza,
pa' limpiarme con el agua de la lluvia estas dos botas,
o pa' ahogarnos en la plaza.
Vestir de viejo al joven y engañar un poco al crono,
pero sin pisar el freno,
salir de casa tarde y no volver nunca temprano,
sí, mamá, que seré bueno.
Y estudiar toda una vida y sólo sirvan los detalles,
venga, chica, no me rayes,
yo quiero que me folles, lo demás es una excusa,
yo te arranco una sonrisa y esa blusa.
No estás enamorado, chico, sólo estás jodido,
sé lo que me digo y, cuando no, sólo lo escribo,
yo te narro situaciones pa' que escapes de esta vida,
pero inspiro, miro al techo y pienso: mierda, no hay salida.
Dale tiempo al tiempo, él sabrá que hacer él,
dame un puto respiro, chica, lloro en un papel,
jugando a ser poetas y jugándonos el tipo,
y yo olvidando mis problemas, Víctor, prende con el Zippo.
[...]
Tiempo al tiempo - O. Bol-shoi.

Hijo de un millar de putas

Son las seis y media de la mañana y acabo de llegar a casa. El Sol ha esperado a que yo entre por la puerta para salir por el horizonte. Yo termino mi turno y él empieza el suyo. Así me las gasto. De vuelta a casa sólo ves borrachos que vuelven a casa con los bolsillos vacíos y el hígado al borde del suicidio, algún abuelo con mucho tiempo libre y a la gente que madruga para irse a trabajar. Adivina cuál suelo ser yo.

Hoy ha sido una noche como hacía mucho tiempo que no había. Bueno... realmente sí las había, pero ésta ha sido algo especial. La semana que viene este servidor empieza de nuevo con la miserable rutina. El lunes se acaba, oficialmente, mi verano. Es posible que vuelvan los textos grises, tristes y autocompadecientes. Los buenos. Y hoy lo hemos celebrado por todo lo alto: barbacoa y pimple del bueno.

Se juntan diez personas, o nueve, yo qué sé, se hace colecta y se disfruta. Es lo que nos renta al fin y al cabo. Cenas, hablas, bebes, hablas, bebes, hablas más y peor, vuelves a comer (aunque esta vez crudo porque el carbón ha dicho adiós), bebes, sigues hablando, te ríes, bebes, te descojonas.

Y a las cuatro de la mañana empieza a entrar de nuevo la hambruna. Pero no puedes coger el coche e ir en busca de comida porque en el estado en el que estás, no sales ni del sitio donde has aparcado. Esperas un rato y cuando eres capaz de acordarte del nombre de todas tus ex's, coges el coche. Vas al McAuto más cercano y está cerrado. Te vas a otro no tan cercano y está cerrado. Te vas al kebab que nunca te falla y resulta que esos hombres también duermen. FUCK! Son las cuatro y media y me muero de hambre. Incluso piensas en ir al hospital, a la zona de Urgencias, porque hay máquinas expendedoras funcionando las veinticuatro horas del día. Pero descartas esa idea porque el hospital está en el quinto coño.

Así que vuelves con el estómago suplicante y resignado, y te metes pa'l cuerpo un paquete de bacon ahumado crudo. Y como ya no tienes que coger el bólido de carreras de cuatro plazas y dos puertas, sigues dándole que te pego a mi amiga la botella. Vuelves a hablar mal, vuelves a reírte, vuelves a besarla y acabas descojonao' por cualquier tontería.

Y al filo del final de la velada... lo de siempre. Hablas del tema clave en una reunión en la que las mujeres que había se fueron hace tiempo: esas mujeres. Bueno, no tienen por qué ser 'esas' en concreto, cualquiera sirve. El caso es terminar la noche hablando de mujeres. Las que estuvieron, las que están, las que estarán y las que te follarías sin pensártelo pero no podrás porque, al fin y al cabo, eres (soy) un pringao' de categoría.

No te voy a contar lo que se habla de esas mujeres, ya lo sabes. Y si eres una mujer... no te voy a contar lo que hablamos sobre tus compis de tipo de ropa interior. Lo siento, así de cabrones somos (sobre todos los bloggeros con aspiraciones a pésimo escritor). Y por fin, cuando todos los vasos están vacíos, cuando toda la comida está hecha grasa maligna provocadora de colapsos arteriales, cuando hemos terminado de hablar de mujeres y, por lo tanto, se nos ha pasado la tajada, echas la llave y te vas.

Cada uno a su puta casa y Dios en la de todos. Pero como sólo son las cinco, te quedas con uno de tus colegas en el coche, en la puerta de su casa, a seguir hablando de mujeres. Es que somos gilipollas. Qué monótonos. Repites lo mismo una y otra vez y te las das de entendido. Sigues siendo el mismo pringao' que con trece años. Pero eso es algo que ya sabes o ya descubrirás.

De repente ves a un tío con traje y maletín entrar en un coche y yéndose a currar. Sabes que ha llegado la hora de irse, de verdad, a casa. Y aquí volvemos al principio de éste monólogo. Flashback que lo llaman los que van de cinéfilos. "Son las seis y media de la mañana y acabo de llegar a casa. El Sol ha esperado a que yo entre por la puerta...", ya tú sabes.

Y como estas cosas es mejor escribirlas en caliente, enciendes el portátil mientras tu padre se hace el primer café del día y te pones a escribirlas. Como si a alguien le interesase realmente. Como si alguien se fuese a leer lo que has hecho un miércoles por la noche. Como si alguien tuviese cojones a leerse un tocho semejante.

Así nos las gastamos aquí. Pasando hambre a las tantas de la madrugada, bebiendo por inercia y con ojitos tristes porque ésto, queridos cabrones, se acaba.

Son las siete de la mañana, del primero de septiembre de dos mil once. La gente está yendo a trabajar. Los estudiantes puteados están acojonados por los exámenes que van a tener que hacer. Y yo, el más capullo sobre la faz de la Tierra, estoy escribiendo mientras pienso en lo de puta madre que voy a dormir.

Soy un hijo de un millar de putas.

Primera de X

"Aún no sé cuál es el motivo que me lleva a escribirte esta carta. Espero descubrirlo algún día y no arrepentirme de ello. Estoy en una gasolinera dejada de la mano de Dios en medio de ninguna parte. Miro a mi alrededor y sólo veo kilómetros y kilómetros de arena. El naranja se funde con el azul en el infinito. El Sol luce inmenso, reinando el horizonte y vigilando cada paso que damos. No sé cómo he acabado aquí. Cogí el coche y, simplemente, conduje hasta que la luz de la reserva se encendió. Ha sido una suerte encontrar esta gasolinera, porque no me apetecía morir en medio de la nada. No me apetecía morir de la misma manera en que he estado viviendo todo este tiempo. No sé adónde voy. No sé siquiera si ésta carta te llegará. El encargado de esa pequeña parte de mi destino es el tipo que está llenando ahora mismo el deposito. Es un puto y pobre hombre. Una camisa amarillenta, un peto de granjero lleno de mierda y una gorra de a saber qué maldito año. Pobre desgraciado. Sí, supongo que puedo confiar en él. Pero dejémonos de gilipolleces y vayamos a lo que realmente importa..."

Comerme un coño

¿Dónde se ha ido ese sueño implacable que tenías hace un par de horas? Te despiertas de madrugada con los ojos de un búho y, en lugar de intentar seguir durmiendo, te levantas, enciendes el ordenador y te resignas porque sabes que no vas a volver a dormir hasta las seis, siete de la mañana.

Tengo ganas de escribir pero no tengo ganas de empezar. En mi cabeza rondan dos mil ideas y todas ellas buenas, pero se evaporan cuando pienso en ellas para desarrollarlas y darles forma. Como cuando miras fijamente una luz y después fijas la mirada en un solo punto.

No quiero escribir frases que se recuerden dentro de unos años. O textos que acaben pidiendo una revólver para dejar de estar en el tablón del Tuenti de alguna adolescente. Sólo quiero sacar de mi cabeza toda esa puta morralla que me impide escribir perfecto.

Pero llevo casi un año escribiendo mierda en este blog y aún queda mucha aquí dentro. A lo mejor no sirvo para escribir perfecto. Sólo para escribir a trompicones, sin faltas y trillado. Repetirme mil veces en dos párrafos o saltar de un tema a otro en la misma línea cuando voy como una cuba. Decir que la echo de menos y decir 'que la follen, que sólo me hace daño'. 

Pero, al fin y al cabo, qué coño esperas. Mayoría de edad de un pringao' dedicada a contar sus noches de jarana y sus resacas (alcohólicas y sentimentales). Y lo único que necesito a la hora de la verdad es enrollarme con una tía y que no me de largas a los dos días. Que finja un poco de amor por mi, pero que no lo sienta, o al final uno de los dos saldrá escaldado.

Cómo echo de menos comerme un coño.

Muriéndonos a solas

Me dedico a escribir cartas de amor sobre algún coño que suplica compañía. Te follo en morse y te leo en braille. Hablo metáforas y consumo droga como cualquier aspirante a morir joven. Ser escritor es una siemple excusa.

Adoro el invierno y odio el frío. Escupo el café. La única lluvia que disfruto es la de alguna tormenta de verano. El jazz cuando estoy sólo. Estar sólo cuando estoy triste. Estar triste cuando veo tus fotos, perra. Al final acabo empapando el libro que me regalaste mientras la banda toca y me mira, extrañada. ¿Qué coño le pasa?

Llego a casa y me voy desnudando camino del baño. Enciendo el equipo y dejo que se preparen. Abro el agua y se llena la bañera. Fuera hace un frío del carajo. Tengo los huesos rotos. El alma seca.

Los pequeños placeres de la vida están matándome. Y ahí estás tú. Estamos muriéndonos a solas.

Sois basura


Sois basura hasta la sepultura,
el niño atormentao' que nunca madura,
una visión muy dura,
a través de la cerradura, es tortura.
Me rasco el culo y me crecen los enanos,
tengo magia en las manos,
ven aquí baby boy, ¿qué problema hay?
dime, a ver, eh yo.
Eh, yo, si quieres jugamos, qué esperas,
sólo hablo con calaveras,
vivo entre santeras y goteras,
huelo a cuero de moteras,
por qué no te moderas o morderás lo sucio de mis suelas.
Mal agüero, abuelas cavan tu agujero,
lenguas son armas con puntero,
si algo no es mío es porque no lo quiero,
yo decido quién va al cielo, así que: ojito compañero.
John es mi ídolo, punto y seguido,
si me jodes no lo olvido, primo,
tiemblan los muñecos y soy el ventrílocuo,
viendo la tele sin volumen con 'snizz' y el científico.
Mi estado mental es igual al caos brutal,
siempre negativo como Van Gaal,
cuando te vas no hay ninguna luz blanca,
eh yo, ponme el aviso parental.
Quieren que diga algo positivo, ¿no?
pues lo digo:
el único motivo por el que tú sigues vivo
es porque yo escribo.

Al fin y al cabo somos gilipollas


No quiero un final inesperado como Brad Pitt en Se7en. Únicamente que el corazón diga 'basta'. Que se canse de recibir punzadas por ese par de tacones rojos que llevabas el día que nos conocimos.

Vuelves a casa bajo una purificadora tormenta de verano. A medida que van cayendo las gotas, muriendo inevitablemente contra el asfalto, el calor de las aceras despierta y comienza a subir, llenando el ambiente de una sensación incómoda y sofocante.

Te paras, miras hacia el cielo y extiendes los brazos. Esperas a que el calor que hay en ti encerrado haga lo mismo. Sale vaho de tu piel como cuando sudas en invierno. El agua purifica la calle, purifica el barrio, purifica el alma.

Llegas a casa y te espera un plato de macarrones encima de la mesa. Ni los calientas siquiera. Sacas un tenedor y te los comes como si fuese lo último que vas a comer en tu vida. Coges la botella de agua de la nevera y rememoras esos ciegos donde 'un hidalgo' era la expresión más utilizada. La vacías, la vuelves a llenar y la dejas, de nuevo, en la nevera.

A medida que ganas las escaleras pierdes la ropa. Las deportivas, los calcetines, la camiseta, los pantalones. Llegas a tu cuarto y ves en el espejo a un tío de metro ochenta y pico en gayumbos. Te entra la risa floja y te mientes jurando que harás ejercicio, que convertirás... nada, en fibra. Sí, ya, claro, como si no me conociese.

Te acuestas y miras la hora. Las cuatro y cuarto de la mañana. Te vuelves a levantar, te sientas en la cama y miras a través de la ventana. La luz de la farola te pega en la cara, sus fotos en el libro que te regaló por tu cumpleaños también te pegan en la cara. Pero esos últimos golpes duelen de verdad.

Te vuelves a tumbar y piensas en lo desgraciado que eres. En las oportunidades que has dejado escapar. En lo mucho que darías por volver a estar con ella. Pero... no, es imposible. El orgullo es mayor que tú y, como mayor que es, hay que respetarle, no me atrevo a meterme con él. Es imposible, ella nunca sabrá lo mucho que la recuerdas... el amor no es amor si no duele.

Al otro lado de la pared: tu hermano. Es demasiado pequeño para comprender de lo que hablas. Déjale, que siga siendo feliz, que siga siendo un crío. En la habitación de enfrente: tus padres. Ellos ya saben lo que es pasar por todo esto. Seguramente si le intentases explicar algo de lo que sientes te dirían que son gilipolleces. Que ya se te pasará la tontería con los años. Fuck a que se pase la tontería. Al fin y al cabo somos jóvenes. Al fin y al cabo somos gilipollas.

Y al final dejas de pensar en lo que pudo haber sido. Piensas en lo que podrá ser. Piensas en lo que tienes, no en lo que te falta. Pero ya no piensas más, porque son las cuatro y media y hoy has madrugado. Así que cierras los ojos y respiras lentamente, mientras las ideas que hace un instante rondaban tu cabeza se convierten en vagas imágenes poco nítidas.

Otro día más. Otro día menos. Las fotos en cuadernos y los besos en el cuello.

Para variar

Mi musa ha perdido el último autobús y, con la que está cayendo, pasa de venir andando. Supongo que esperará en la marquesina a que amaine un poco. O, quizá, se caliente las manos con la esperanza de que pase un taxi que éste no esté ocupado. No sé.

No creo que hoy pueda dormir mucho. Estaré tumbado en la cama, mirando fijamente el móvil, esperando a que la luz se encienda y su nombre aparezca en la pantalla.

Me pondré unos vaqueros y una camiseta e iré en su busca, cual héroe de cómic. Pararé el coche justo delante y le diré algo así como: 'disculpe, señorita, ¿quiere que le lleve a algún lado?'. Ella subirá y nos besaremos. Durante el viaje de vuelta a casa le preguntaré que qué tal el teatro. Me dirá que demasiado lenta para su gusto. Me interesaré sobre el café que se ha tomado después con su amiga, en un local justo en la acera de enfrente. Se quejará por el servicio del camarero. Era nuevo y se le veía algo torpe. Demasiado lento para su gusto. Reiremos y ahora las preguntas las hará ella.

Preguntará, por cortesía, que cómo me ha ido la tarde. Me resignaré de nuevo al recordar que la vida de escritor no es tan bonita como la pintan. Que hay que comprar más ron y que la nevera está en las últimas. Le ofreceré venir conmigo a desayunar fuera mañana y después a hacer la compra. Dirá que no, que tiene mucho que estudiar, pero que por favor le lleve a casa.

Esta noche la pasaremos juntos, en mi casa. Tomaremos una copa de lo primero que encontremos y después follaremos hasta que yo ya no pueda más. Ella se dará una ducha y se irá a dormir. Yo haré café e intentaré escribir algo un poco decente, para variar. Una hora y tres cafés después desistiré y me iré a hacerle compañía. Le daré un beso en la frente, las buenas noches y apagaré la luz de la mesilla.

Me dormiré pensando que soy el tipo más afortunado del mundo.

Era perfecto

Nos amábamos tanto... éramos la pareja perfecta. Discutíamos todos los días. Ella me chillaba y yo le chillaba más fuerte. Nos insultábamos a todas horas. No recuerdo muchas palabras bonitas, la verdad. Nuestras discusiones solían terminar en golpes en el suelo de los del piso de arriba, golpes en la puerta por alguna jodida pareja de 'cops', o golpes en la cara con la mano abierta mientras follábamos hasta romperme el frenillo. Joder, era la relación más perfecta que he visto nunca.

Cuando terminábamos de hacerlo se acercaba a mi oído lentamente y me susurraba un 'te amo'. Era un 'te amo' verdadero. El único que hay, el de después de un polvo reconciliador. A decir verdad... casi todos nuestros polvos eran polvos reconciliadores. No solíamos hacer el amor. Eso es para parejas que están empezando y aún no saben una puta mierda del amor. El resto de parejas... follan. Y los casados... bueno, los casados se masturban pensando en esa secretaria cachonda que han contratado.

De vez en cuando le pegaba una paliza. No estoy muy orgulloso de decirlo, pero es verdad. Y, además, era necesario. Pero no le pegaba por diversión, ni mucho menos. Le pegaba porque quería demostrarle que me importaba. Es difícil de explicar, la verdad, pero es cierto. Cuando salía por ahí con sus amigas y se vestía como... como una furcia, enseñando y meneando el culo como una auténtica fulana... me ponía enfermo. Y luego llegaba a las tantas, borracha como una cuba, creyéndose Lita Ford y acabando como una cualquiera echándolo todo abrazada al váter. Aún recuerdo esas noches... yo le sujetaba el pelo y me masturbaba mientras ella estaba ahí, a cuatro patas, vomitando. Luego me corría en su vestido de lentejuelas y la dejaba tirada en el baño mientras yo me servía una copa.

Me amenazaba con dejarme muchas veces, pero yo no la tomaba en serio. ¿Dónde coño iba a ir esa incapaz? Ni siquiera tenía el sueño de ser actriz. Era camarera en un bar de mierda, al que sólo iban fracasados, a tirarle los tejos a las chicas jóvenes y con escote que servían cafés y más cafés. No valían para nada más que no fuese echar café o echar un polvo. Realmente, no necesitaba trabajar en ningún sitio. Nos llegaba para pagar el alquiler, la comida y los desfases. A lo mejor no iba vestida con un abrigo de pieles, o llevaba joyas, o... qué sé yo, vivíamos bien.

Recuerdo la primera vez que nos drogamos juntos. Un par de tiros y una noche de sexo desenfrenado. Después de eso me aficioné a esnifar directamente de su culo o de sus tetas. Pero a ella no le parecía tan divertido o romántico como a mi. Ella prefería beber de la botella de ginebra mientras yo me enzarpaba con la blanca. Éramos perfectos.

Pero un día se fue. Esa noche discutimos, pero... ella no gritaba. Se resignaba y encajaba los insultos con un simple 'si', o 'ya', pero no contestaba. Le pregunté: 'cariño, ¿te pasa algo? Amor, sabes que puedes contarme lo que sea.' Pero se limitó a decirme que no, que estaba muy cansada. Nos fuimos a dormir y a la mañana siguiente ya no estaba. Había dejado una nota en la mesa y nada más.

Lloré como una maricona. Como una puta maricona. La mujer de mi vida se había marchado para siempre y no iba a volver. Claro que no iba a volver. Había tenido el valor suficiente para salir de este infierno, cómo coño iba a querer volver. Esa noche bebí más de la cuenta y me tomé medio armario de las medicinas. Me desperté a los tres días en un hospital cercano. Estuve muy a punto de palmarla. Qué más da. Sin ella, lo único que me parece atractivo es la muerte.

Nada importa ya. Lo único que ha cambiado es el coño donde la meto, las tetas donde esnifo y el vestido en el que me corro. Pero la echo de menos. Había noches en las que le olía el pelo mientras ella lo echaba todo por la taza. Y en ese momento era feliz. Me sentía el hombre más importante del mundo. No como ahora. Ahora no tengo nada. Picotazos en los brazos y en el corazón. Que sangre la nariz por 'pasarme de la raya' o que me sangren los nudillos.

Pero aún tengo una bala en la recámara. Y no hablo de metáforas o alguna mierda de esas. Guardo una pistola en el cajón y la bala que hay en el tambor lleva mi nombre. Lleva ahí mucho tiempo, durmiendo, esperando a que la despierte. Buscaré alguna camarera aspirante a actriz, le invitaré a un par de tragos, nos drogaremos, me la follaré y le diré que la amo. Y después, cuando ella duerma... ¡PUM! De cabeza al infierno. Esperando lo que haga falta hasta que ella regrese. Hasta que mi reina se siente en el trono que le corresponde.

Te esperaré, cariño. Porque lo nuestro era perfecto.

Arehucas for the win

Qué mejor manera de empezar de nuevo que una noche de borrachera. Pero no una noche de borrachera común, no, una noche de tener que revisar lo que he escrito una y otra vez.

La gente es la de siempre, aunque falten algunos porque están de vacaciones. El Arehucas corre por mis venas, seguido muy de cerca por la Mahou clásica (yo soy muy de tirar de clásicos) y de chupitos de a saber qué. Pitis a mil, nada de porros. Esos son para noches de relax.

De garitos por el barrio. Para qué irse más lejos. Con un huracán en el estómago. Avisando a papá y mamá de que no me levanten para comer. El dolor de cabeza va a ser monumental. Esperemos a ver qué pasa.

Con una ex toda la noche a menos de cinco metros. Todo movidas. Tirarle de nuevo los trastos sería meterse de nuevo en movidas que te cagas. Paso de malas historias. Ahora mismo no, pero mañana pasaría de movidas raras por culpa de mi buen amigo el alcohol. Joder, todo me da mil vueltas. Tengo una cara de perro que no puedo con ella.

Encima, con dos restregándome sus pedos por la playa, otra a punto que es inaccesible por ser familiar de un colega, y yo tirando de pajas desde la última. Es una mierda terrible, en serio. Falto de polvos, de cariño, de abrazos... Me la suda. Los colegas ayudan, pero hay cosas que no pueden suplir. Una paja es una paja, pero si te la hace otra es mucho mejor.

Las 5:44 de la mañana y la cabeza sigue dándome mil vueltas. La resaca empieza a presentarse. Nadie le ha invitado a la fiesta, pero siempre llega la última y se queda a recoger. Puta.

Los pies se han quedado de garitos por el barrio, con toda mi pasta. Mi calle vuelve a hacerse interminable. Sólo, sin música, con la calle boca abajo... es una puta mierda terrible, de veras.

Sólo quería contaros la última que me... NOS hemos pillado. No es la última, ni mucho menos, pero dale hueco. La cartera está vacía. El estómago está diciendo que hay demasiado, y el hígado pidiendo aire. El portátil da vueltas también. Si no hay faltas de ortografía... me merezco un polvo. Aplicaros el cuento, chatas...

Podría seguir escribiendo, pero necesito dormir. En serio, la borrachera es de proporciones bíblicas. Espero que mañana pueda volver a andar. Transformo el agua en vino, o al menos entra pa'l cuerpo como tal...

Buenas noches y buenos días. Que tengáis un sábado tranquilo, como espero tenerlo yo.

Feliz cumpleaños, Sergio. Espero que todos sean así. Pero sin ex de por medio con las que no me puedo volver a liar, ni nada por el estilo.

Arehucas for the win.

Lo siento

-¿Cómo lo describirías?
*No lo sé. No hay un único polvo perfecto.
-¡No lo llames así! No es un polvo. Es... amor, puro... en su máxima expresión.
*No hay una única manera perfecta.
-Entonces explícame alguna.
*Si te la cuento perdería toda su perfección.
-Existen más.
*No me gusta desperdiciarlas.
-Que me la expliques.
*...de acuerdo: en el norte. Un acantilado. Una cena romántica improvisada. Dos platos, una vela, dos copas... Un mantel sobre la hierba más verde que hayas podido ver en toda tu vida. Detrás de nosotros... una casa de color blanco. Rodeada por una verja de madera. Con flores de todos los colores bajo las ventanas de la parte delantera. Y un camino de baldosas que te llevan directamente a la entrada, desde donde tú quieras.
-Y... ¿delante?
*El mar. La luna. Las estrellas. Los barcos que algún día llegarán a puerto. Los que se naufragarán en alguna isla tropical. El infinito.
-Qué más.
*Nada más. El fuego consumiendo lentamente la cera. El tiempo consumiendo lentamente nuestro espíritu.
-Y... ¿después?
*Y después... después hacer el amor. De tal manera que tus gemidos sirvan de guía a los barcos y no acaben estrellándose contra las rocas.
-... Bésame.
*No.
-Sólo es un juego. Nuestro juego. ¿Recuerdas?
*No puedes jugar... lo siento.
-¡Yo decidiré si puedo o no puedo jugar!
*¿Qué pasa con él?
-¡Es sólo un juego!
*Hay veces que los juegos duelen.
-Bésame... por favor.
*Lo siento...
-Es... un juego. Nuestro...
*Me temo que se terminó la partida.
-No...
*Te dije que no existía la perfección.
-Óscar...
*Lo siento.

Empapado en alcohol

Vuelven las noches de decidir si escribir algo nuevo o hacerse una paja e intentar volver a conciliar el sueño. De momento ha ganado el escribir algo nuevo. No prometo que luego no me haga una paja.

La vida me sonríe. Me sonríe... bueno, sí. Pero no sé si es esa sonrisa complaciente o esa otra de: ya verás, ya. Las cosas cambian de un día para otro. Me voy a dormir sabiendo que mañana volveré a verla sonreír y al día siguiente ella me lo niega. Al poco tiempo me dice que son tonterías suyas, que podré seguir viendo su sonrisa, y vuelta a empezar. Hasta que llega el día en que ya no son tonterías suyas. Llega el día en que sólo veré su sonrisa si cierro los ojos. Curioso, ¿eh?

Las tardes en verano son así. Se vuelve monótono. No me quejo. Realmente la monotonía me aburre, pero soy capaz de acostumbrarme a ella. Llamas, ¿qué haces?, bajo a tu casa, llama a estos. Sales, das una vuelta por el barrio y te sientas a tomarte una cerveza. Hablas de todo. De las clases, el trabajo, la piscina, la playa, las tías... sobre todo las tías. Es siempre igual, pero... no sé, me puedo acostumbrar a este tipo de monotonía.

Últimamente no me ha ido todo muy calmado. Me he metido en historias gordas, una nada más, pero gorda, al fin y al cabo. Mujeres. No sé qué tendrán, pero a mí me vuelven loco. Ha sido un cambio drástico, la verdad. No soy un tipo que se raye la cabeza. Me gusta tomarme las cosas con calma, relax, ya se arreglará. Y de repente eso cambia. No sé, no estoy acostumbrado a eso. Quizá he perdido práctica, quién sabe.

El caso es que por unas cosas y otras no tengo tiempo de tumbarme boca arriba en la cama y pensar: estoy perdiendo el tiempo y me encanta. Por eso he decidido olvidarme del mundo durante algún tiempo. Dejar el el blog, el Twitter, el escribir cada día, buscar música... el ordenador en general. Darme un descanso de emociones, digamos. Y quería hacerlo despidiéndome decentemente.

No es un adiós, ni mucho menos. Es un 'hasta luego'. Es posible que en una o dos semanas te de por entrar y digas: coño, este tío ha escrito algo nuevo. No tengo un tiempo fijado ni nada por el estilo. Es simplemente... tomármelo con calma. Y vosotros deberíais hacer lo mismo. Dejáos de tanto internet y tanta historia y salir un poco a la calle. Pasáos las tardes tiráos en el césped sin hacer absolutamente nada. Cogéos los pedos de vuestra vida noche sí y noche también. Hincháos a follar con vuestra pareja, aunque sea distinta cada noche. Joder, para eso está el verano, ¿no?

En fin, dulces chicos. Han sido nueve meses del tirón y necesito un descansito. El niño ya ha nacido. Ahora el post parto y después ver cómo va creciendo. Once mil cuarenta y tres (11.043) visitas en estos nueve meses. No está mal. Bueno, no sé cómo estará. Sale a unas mil doscientas veintidos (1.222) visitas cada mes, aproximadamente. No sé si es mucho o poco. Yo creo que son bastantes, pero, vamos, que me la toca. El caso es que hay mucha peña por ahí dando créditos y tal a ésto y... eso es lo que importa. Unos nacieron para ser escritores y otros nos tuvimos que conformar con tener un blog.

Dejo la llave debajo del felpudo. Por si queréis entrar mientras yo no esté.

Empapado en alcohol.

Para recordarte siempre

¿Dónde están esas cartas que me escribías? ¿En qué cajón se perdieron? ¿Qué hizo el polvo con mi nombre en el remite?

El bolígrafo plasmó lo que tú sentías por mi. Lo que hacía que tu corazón latiese más rápido al verme, al besarme, al recordarme. Lo que hacía que tus labios temblasen cuando acariciaba tu cuello. ¿Dónde han ido a parar todas esas cosas?

La locura lo convirtió en amor. El tiempo lo convirtió en... nada. Cenizas en el suelo y polvo en las estanterías. Una flor marchita aún sigue en el jarrón. El agua está sucia. Las botellas están vacías y las velas consumidas. El oxígeno avivaba la llama pero respiramos demasiado fuerte. El diván quedó inservible de soportar el peso de mis recuerdos durante tanto tiempo.

Los libros están abiertos por una página cualquiera. Los bordes de las hojas están amarillos y las tapas rotas. Las letras doradas de la portada han perdido su brillo. Al mismo ritmo que el brillo de tus ojos se perdía entre la niebla. Adiós. Sólo nos dijimos eso. Adiós. Supongo que no quisimos hacerlo más duro. Sí... supongo.

La aguja ha rayado todos los discos. Han girado un millón de veces y acabaron echándolo todo conmigo. Todos, abrazados a la porcelana. Pero sólo yo me abrazaba a tus recuerdos. Sólo yo. Ya no quiero fumar. No quiero beber más. Detesto toda esa música. Toda esa poesía. Toda esa falsa sensación de calma. Ya no quiero nada.

Los días pasan lentos en el salón. La radio dejó de hablarme hace mucho tiempo también. Hoy en día sólo gasto mi tiempo en mirar por la ventana. Soñando con que algún día tu imagen se acerque desde el final de la calle. Que lleves uno de tus vestidos largos. Blancos. Con un lazo en la espalda. Con el pelo recogido por una gran flor. Que tu sonrisa contraste con el rojo de tus labios. Que tus pestañas provoquen huracanes en mi pecho. Que tu latido provoque terremotos en mi alma... Pero ese día no llega. Nunca llegará. Y yo seguiré aquí, sentado. Fumando, bebiendo y escuchando esos discos hasta que dejen de girar. Seguiré aquí eternamente. Esperándote.

Buscaré tus cartas por todos los rincones de la casa. Buscaré lo que en ellas ponía por todos los rincones de mi mente. Buscaré la manera de volver a soñar. De volver a vivir con la sensación de poseer el mundo sólo por oír tus carcajadas.

Nos echan de menos en aquellos bares. En aquellas terrazas. En aquellos parques. Los camareros han olvidado qué tomábamos. Han olvidado 'lo de siempre'. Tu café con hielo y mi copa de Brandy. Tu croissant y mi par de cerillas. Tus 'muchas gracias' y mis propinas. Ya ninguno de ellos lo recuerda. Ya nadie nos recuerda. Te recuerdan a ti. Me recuerdan a mi. Pero no recuerdan el 'nosotros'. Supongo que ni siquiera tú lo recuerdas ya.

Sí. Es posible que aún sí lo recuerdes. Como un tiempo muy lejano. Agradable. Miles de momentos perfectos. Sí. Los recuerdas. No hay duda.

Sólo espero que no olvides quién los hizo realidad. Que no olvides el número que cuelga sobre la puerta. Que no olvides quién vive muere allí dentro. Que no olvides que un día te prometí que nunca te olvidaría. Sólo eso.

Me voy a encender otro cigarro. El último. Lo dejaré en el cenicero cuando quede una calada. Daré también mi último trago y miraré por la ventana por última vez. Te recordaré sentada en el banco del porche, viendo como los niños corretean por la calle. Pero cogeré de nuevo el cigarro y daré, por fin, la última. Y moriré con la llama que quema el papel. Soltaré el humo por última vez. Soltaré el aire por última vez. Se apagarán las velas y mi vida. Se cerrarán mis ojos para no volver a abrirlos más.

Se cerrarán mis ojos para recordarte siempre.

Mañana será otro día

Llega el verano y nos mudamos todos a Venecia. Todo es Venecia. Mi cama es una góndola con un agujero en la madera que hace que se hunda y se llene de agua. Sólo que en vez de olor a agua estancada es olor a sudor. Olor a hombre que dirían algunos. Olor a niñato dirían otras.

No corre nada de aire. Están todas las ventanas y puertas de la casa abiertas y nada. Chicos de ciudad sintiéndose en una casa de pueblo. Joder, sólo falta la puerta principal abierta y una señora mayor sentada al lado.

Fuera no cantan ni los pájaros. Ni un ruido. Menos que en invierno. Desde mi ventana puedo ver los salones iluminados con la luz azulona que sale del televisor. El marido con el ala doblá' y la mujer con una cara de rancia que da penita verlos.

Y yo aquí contándoos mi mierda. Es increíble que aún sigáis leyéndome después de las historias que os escribo. Os mola que os cuente lo que hicísteis la otra noche de pedo, o qué. No sé. Se me va el hilo en otras cosas y al final termino mal y pronto.

Además con este puto calor no hay quien piense.

Mañana será otro día. Y si no, lo llevamos jodido. Paz.

La vida es garrafón

Abrir los ojos. Levantarse. Ir al baño. Abrir la tapa del váter. Echarlo todo. Quema la garganta. No hay nada como depurarse después de una noche loca.

Y como ella no está no recibes cariño. Y por eso te abrazas al váter durante un rato. Es tu confidente. Incluso llegas a estar cómodo sentado en el suelo con la cabeza apoyada en la porcelana. Y vuelves a potar.

Ha llegado la hora de levantarse. Mirarse al espejo y lavarse la cara. Unas cuantas gárgaras y lavarse los dientes. Más gárgaras. Volver a lavarse la cara y tirarse de nuevo en la cama. Al fin y al cabo es domingo. Sólo son las diez.

Las tripas tienen vida propia y se han propuesto joderme durante todo el día. Supongo que es por lo mal que las he tratado yo. No me quiero imaginar el día en el que mi hígado entre en huelga. ¡Jo!

Y este es el resumen de un domingo veraniego cualquiera. Mucho calor. El cuerpo pegajoso y fusionado con el sofá. Somos uno.

Sed buenos. No os metáis en muchos líos y metedla todo lo que podáis.

La vida es garrafón, ¿no ves que siempre trae resaca?

Estamos en el summer

Sentado en el bordillo y dejando que el agua mueva mis piernas libremente. Moreno de albañil y nuca negra. El pelo rapado al dos y los hombros rojos. Los niños salpicando por ahí al fondo y yo aquí metiendo ficha a la socorrista. Hablándole de películas que no he visto, libros que no he leído y polvos que nunca HA echado.

El Sol prende la carga que llevamos en la espalda y perdemos peso. Los problemas se evaporan poco a poco y el cloro de la piscina los quema. Y sigo aquí dándole a la sin hueso con la socorrista.

En mi casa no amanece hasta las dos de la tarde. Hasta que no abro los ojos y el la luz de fuera me pega una hostia en toda la cara. La persiana ha hecho lo que ha podido pero nunca es demasiado. Esos jodidos rayos consiguen entrar. La botella de agua de la mesa está totalmente vacía. La almohada está llena. Hace días que no hago la cama.

Por la tarde la historia es la de siempre. Con los mismos de siempre tirados en la hierba poniéndonos al rojo y pidiéndole a esas tías que nos echen crema por la espalda. Los métodos son los de siempre pero los resultados siguen siendo satisfactorios. Ahora me echas tú y luego te echo yo. No doubt.

Sólo falta que termine el turno y acepte mi invitación a cenar. Ya tendrá tiempo de irse a casa. Tú quédate aquí con nosotros y pásatelo debuti. Olvida todos tus problemas bajo la luz de las estrellas y el ambiente de una cena en el patio. Esperamos a que el último cubierto caiga sobre el plato y apoye su espalda en la silla. Ese momento es como un orgasmo. Enciéndete un pitillo y suelta el humo. El día ha muerto y la noche es joven. Tú y yo también somos jóvenes.

Y el resto de la "movie" la eliges tú. Yo terminaré sudando en mi cama con ella encima. Y a la mañana siguiente llegará antes que nunca al trabajo. Es lo mismo todos los veranos.

Llegada esta época no hace falta que lo que hagas o digas tenga mucho sentido. Está permitido. Echemos todas las culpas al calor del Sol y de los bikinis de colores. Al fin y al cabo tampoco estamos tan equivocados. O qué.

Si tienes playa también me vale, pero la arena me toca mucho los huevos. Salir con los ojos rojos por el cloro es un recuerdo que guardo desde bien peque. Y eso no me le vais a quitar nunca.

Keep it fresh, que estamos en el summer.

Fuck mainstream

Se supone que entre la crema de Spitting Essence, lo nuevo de Baboon Estudios, mañana C. Tangana y toda la pesca iba a ser una semana guay. Con mi loca. De buen rollo. Empieza el veranito y los problemas se evaporan... Se supone.

Además hay un proyectillo por ahí interesante con 91Problemz metido, Jimmy Attitude y más peñita (sin dar mucha info). Pero... no sé. No tengo la sensación esa de tranquilidad y armonía que esperaba tener. Algún cabrón anda haciéndome vudú. 

Yo aquí prometiendo textos como los guapos de siempre. La típica mierda de fumarse un cigarro con los colegas, que si las risas, que si las conversaciones de follarse a mil mujeres, los problemas, el futuro. Quiero decir... eso sigue pasando. De hecho es el pan de cada día en cuanto llega el verano. Pero tiene que haber alguien a quien le joda y me ha echado mal de ojo.

Pero bueno. Tampoco estamos aquí para contar penurias cuando ahí fuera hay peña con dos mil problemones gordos de verdad. Simplemente soltar aquí toda la mierda y no pagarlo con quien no se debe, que bastante la liamos ya.

Así que na, prims'. (He cogido afición a esa puta palabra). Seguid con mi nombre en la lista de deudas porque váis a flipar. Cuando se pase la expectación de Baboon, Spitting, C. Tangana y toda esa movida... llegaré yo y os dejaré con la boca y las piernas abiertas.

Por cierto. Desde que andamos metidos en el Twitter no he podido evitar observar que mucha peña está flipá' con las modas. Que si las snapbacks, que si los Bulls, que si los noventa, los ochenta... Vamos a ver. Es normal que te mole toda esa mierda. Y es normal porque toda esa mierda es increíble. Pero no hace falta que estés todo el santo día hablando sobre ello. Nombrándolo. Como si fueses el descubridor de toda esa movida. Joder, que son unas putas gorras. Que hace dos días te reías de la peña que las llevaba. En fin. 

Para terminar, y por si alguno de ellos se pasa por aquí, que no creo... muy guapo (para mi gusto) lo que han adelantado los de Agorazein. Es un rollo distinto. Ya no es Crema como dicen algunos. Pero ese tío tiene algo que le hace imprescindible. No sé qué es, pero lo tiene. Sólo falta ver cuantos nuevos C. Tanganas aparecen ahora. Espero que no muchos porque si no se verá lo pamplinas que puede llegar a ser la gente.

Fuck mainstream.

Para mojar bragas

No hay nada como flipar con tus colegas bajo ese cielo negro y estrellado y sobre un manto de hierba verde. Haciendo planes de futuro y comentando mierdas del pasado. Cómo cambian las cosas, la hostia. Los que ayer eran felices con su piba hoy hablan de pincharse a miles. Los que ayer no se pinchaban ni a las más feas hoy tienen una novia hiper jamona. Algunos la liamos muy parda para conseguir un par de tetas que llevarnos a la boca. Aunque por una vez no pensé en eso a la hora de ir a por ella.

Joder. Para una vez que soy bueno. Que me preocupo por la vida de alguna. Que quiero sacarle de toda esa mierda en la que se ha metido... voy y la lío parda. Casi mejor seguir siendo un cabrón. ¿O qué?

No sé. La verdad es que tengo miles de cosas en la cabeza. Intento hilar un texto guapo pero empiezo a pensar en mis movies y se me pira.

Espero poder recompensaros pronto. En serio. Mucha peñita demostrando estar ahí detrás de la pantalla flipándolo con esto. Os merecéis algo mejor que estos pésimos párrafos.

Seguid ahí. Pronto un texto para mojar bragas. Seguro.

Bebedores expertos

Ellos vienen y creen que manejan,
yo vengo a decirles: ninguno sois nada,
en la calle los mártires rezan,
de poco les sirve, la suerte esta echada.
Ellos vienen y creen que manejan,
yo vengo a decirles: ninguno sois nada,
en la calle los mártires rezan,
de poco les sirve, la suerte esta echada.

Puedes hablar mierda de estos pavos pero no de sus textos,
de la mayúscula al punto el contenido es perfecto,
madero corrupto, mejor muerto,
todo es crudo si despierto, unas veces gano, las otras no pierdo.
Bebedores expertos en bares, tascas, tabernas,
por los buenos colegas con los que la deuda será eterna,
joder, ese estilo guapo con el Charlie concuerda,
y con el Misa, como en Furia de titanes Minerva me observa.
La conciencia siempre lleva razón,
movidos por el interés y el corazón,
tú, cuida tu reputación, rinde siempre al cien por cien,
es hora de dejar de planear, toca pasar a la acción, men.
No entiende de rap, sí de la ropa que fardan,
oro por fuera, escayola si escarbas,
quinta del ochenta y siete, Canillejas reserva,
recuerda: muchos que ladran pero pocos que muerdan.

Dulces chicos

¡Qué pa! Aquí estamos de vuelta. Con lo mismo de siempre. Tumbado en la cama. El portátil sobre las piernas (mamá dice que me voy a quedar estéril por las ondas o no sé qué historias). El reloj marcando las dos y cuarto. La ventana abierta de par en par, la persiana hasta arriba y los grillos tocando los huevos.

Ha sido un finde bastante guapo. Chalecito en un pueblo, piscina, barbacoa, cerveza, calimotxo, ron canario, Disaronno, Sol, estrellas, naturaleza... Desconectado al noventa por ciento.

Esta vez me ha faltado ella. Porque también se lo merecía. Incluso más que yo. Pero no ha podido ser. Te debo una. Te debo mil.

No hay mucho más que contaros, tíos. Ha habido una borrachera monumental incluída. De las más tochas de mi vida. No sé si estar orgulloso de decir que me cocí muchísimo pero... qué carajo. Sólo bebo cuando me lo paso de putísima madre o cuando estoy al borde. Esta vez estaba al borde y me lo estaba pasando de putísima madre. Así que para qué queremos más. Hay video creo recordar... creo.

Así que nada, prims'. Desearos otra vez que tengáis un verano de cojones. Que folléis mucho. Tanto vosotros como vosotras. Que estés debuti con los coleguitas y que los malos rollos os suden.

Hasta la vista, dulces chicos.

Me tiro de cabeza

Ya no podía más. Soy un tipo relajado y los que me conocen lo saben. No me molan un pelo los malos rollos y siempre los evito. Me gusta el buen humor. El buen ambiente. No pasarlo mal. Que no haya situaciones incómodas. Me callo todo lo que me jode aunque no sea bueno. Lo digiero y lo expulso a modo de cachondeo por los poros. Pero hay cosas que sobrepasan los límites.

Qué edad tenemos, tíos. Por qué cojones se comportan como niños. No razonan. O blanco o negro. O eres de los buenos o eres de los malos. ¿Y los que se quedan en medio? Qué pasa con ellos. Eh. Qué cojones pasa con ellos. Acaso tienen la culpa o qué.

Yo me metí en esto. Sabía lo que iba a pasar y le eché polla. Asumí todas las responsabilidades desde el primer momento. Y ella lo sabía. Jura. Lo sabía. Mi mejor colega lo sabía. Cómo no lo va a saber. Ser el mejor colega implica que lo tenía que saber.

El resto... ni puta idea de nada. Cero. Nadie se imaginaba nada. Era imposible. Ninguna boca podía abrirse. No iba a dejar que abriesen su puta bocaza.

Pues nada, el día llegó. La peña se enteró. La peña cree que se enteró. Y qué pasó. Que todos abrieron su enorme y puta bocaza. Todos. Algunos correctamente y de la manera en que había que hacerlo. Otros... bueno. Otros simplemente estaban esperando para ponerse a ladrar. Ladran. Sueltan babas. Intentan morder. Pero no. No tienen ni puta idea de qué coño está pasando. Y lo peor es que fallan los mordiscos.

Tíos. Si no sabéis de qué va la baina, no os metáis nunca. Es el único consejo real que os puedo dar. Si no estáis enterados de lo que pasa, no hagáis de abogado. No disparéis con los ojos cerrados. Por qué esa peña ha tenido que aguantar toda esa mierda de boca de algunos por mi culpa. Por qué ahora ellos no pueden ni mirarse por la calle por unos comentarios hechos desde la puta rabia. Muérdete la lengua, joder.

Me toca los cojones su puta doble moral. ¿Venís a darme clases de moral? ¿A mi? ¿A MI? No me toques la polla. Cómo se te ocurre nombrar la palabra amistad cuando estás dejando en la mierda a todos los compis. Cómo coño se te ocurre.

Los que leáis esto no sabréis de qué va todo esto. Algunos se harán una mínima idea. Otros sudarán de todo lo que pone y otros leerán entre líneas y sacarán cosas en claro.

Yo sólo os digo que sudéis de los comentarios que haya por ahí. Que digan de vosotros toda la mierda que quieran. Aunque tengáis fama de ser el mayor hijo de puta de la Tierra. Eso da igual. Tú sabes cómo eres. Tus compis saben cómo eres. Eso es lo que importa.

Pero, tío, en serio. Nunca. Repito, nunca, dejes que hablen mierda de tus colegas. Sáltales al cuello en cuanto empiecen a ladrar. No permitas un sólo comentario que difame la persona del que se deja los huevos por ti. El amor de un colega es igual de importante que el amor por tus viejos. Le da doscientas mil vueltas al amor por esa tía. Le da millones de vueltas a cualquier cosa. Lo primero es tu familia, y mis colegas son mi familia.

Lo juro, macho. Si me conoces sabes que no me gusta meter ni el dedito. Pero si tengo que meterme... me tiro de cabeza.

¿Qué hago?


Nueve y media de la tarde, mi canción favorita sonando a través de los auriculares, Maggot Brain de Funkadelic, la persiana subida y aprovecho para dejarme ver por la ventana. Veo lo mismo de siempre, las nubes dejándose llevar de la mano del viento, los pájaros que poco a poco dejan de existir, un calor que mata, pero más me mata saber que ella está ahí, y yo aquí. Me siento como un astronauta, sabes, ella podría ser perfectamente mi luna, pero lástima que llegaron antes. De momento, sigo en mi nave, volando de aquí para allá, haciendo viajes, quedándome a medias, pero siempre acabo volviendo al mundo real, y joder, no me gusta. O voy o me quedo, pero me canso de estar gastando tan preciado tiempo en tonterías.

¿Qué hago, ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? 

Puedo repetirme ésta pregunta tantas veces a lo largo de el día, que ni yo mismo me lo creo. Creo que nunca he experimentado ésta cosa de las mariposas en el estómago, y ahora que lo hago, tampoco es tan bueno como me imaginaba. Noto esa sensación del quiero y no puedo, incluso a veces pienso ser un segundón en una liga de primera... Pero que coño, si nunca jugué en ésta liga.

Por el momento tendré que quedarme en el banquillo a ver cómo va el juego, porque no me apetece entrar ahí y joderlo todo, supongo que esperaré a que me cambien, a que se den cuenta de lo que soy o de lo que puedo hacer. Seguiré contando los días, las horas, los minutos, las monedas y los colegas como hasta ahora, aunque todo se haga mucho más pesado.

Creo que es pronto para decirlo, a la par que tarde para hacerlo, pero chico, me enamoré.

El texto no es mío. Es de mi hombre J. Mohedano. Este es otro de los míos. Es el "más" de los míos. Y tenemos alguna sorpresita preparada. Checkead su página porque es la crema. Y yo no sé si volveré a escribir nada hasta la semana que viene. Muchas movidas por mujeres y malos rollos. 

Un amor.