Mañana será otro día

Llega el verano y nos mudamos todos a Venecia. Todo es Venecia. Mi cama es una góndola con un agujero en la madera que hace que se hunda y se llene de agua. Sólo que en vez de olor a agua estancada es olor a sudor. Olor a hombre que dirían algunos. Olor a niñato dirían otras.

No corre nada de aire. Están todas las ventanas y puertas de la casa abiertas y nada. Chicos de ciudad sintiéndose en una casa de pueblo. Joder, sólo falta la puerta principal abierta y una señora mayor sentada al lado.

Fuera no cantan ni los pájaros. Ni un ruido. Menos que en invierno. Desde mi ventana puedo ver los salones iluminados con la luz azulona que sale del televisor. El marido con el ala doblá' y la mujer con una cara de rancia que da penita verlos.

Y yo aquí contándoos mi mierda. Es increíble que aún sigáis leyéndome después de las historias que os escribo. Os mola que os cuente lo que hicísteis la otra noche de pedo, o qué. No sé. Se me va el hilo en otras cosas y al final termino mal y pronto.

Además con este puto calor no hay quien piense.

Mañana será otro día. Y si no, lo llevamos jodido. Paz.

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