Era perfecto

Nos amábamos tanto... éramos la pareja perfecta. Discutíamos todos los días. Ella me chillaba y yo le chillaba más fuerte. Nos insultábamos a todas horas. No recuerdo muchas palabras bonitas, la verdad. Nuestras discusiones solían terminar en golpes en el suelo de los del piso de arriba, golpes en la puerta por alguna jodida pareja de 'cops', o golpes en la cara con la mano abierta mientras follábamos hasta romperme el frenillo. Joder, era la relación más perfecta que he visto nunca.

Cuando terminábamos de hacerlo se acercaba a mi oído lentamente y me susurraba un 'te amo'. Era un 'te amo' verdadero. El único que hay, el de después de un polvo reconciliador. A decir verdad... casi todos nuestros polvos eran polvos reconciliadores. No solíamos hacer el amor. Eso es para parejas que están empezando y aún no saben una puta mierda del amor. El resto de parejas... follan. Y los casados... bueno, los casados se masturban pensando en esa secretaria cachonda que han contratado.

De vez en cuando le pegaba una paliza. No estoy muy orgulloso de decirlo, pero es verdad. Y, además, era necesario. Pero no le pegaba por diversión, ni mucho menos. Le pegaba porque quería demostrarle que me importaba. Es difícil de explicar, la verdad, pero es cierto. Cuando salía por ahí con sus amigas y se vestía como... como una furcia, enseñando y meneando el culo como una auténtica fulana... me ponía enfermo. Y luego llegaba a las tantas, borracha como una cuba, creyéndose Lita Ford y acabando como una cualquiera echándolo todo abrazada al váter. Aún recuerdo esas noches... yo le sujetaba el pelo y me masturbaba mientras ella estaba ahí, a cuatro patas, vomitando. Luego me corría en su vestido de lentejuelas y la dejaba tirada en el baño mientras yo me servía una copa.

Me amenazaba con dejarme muchas veces, pero yo no la tomaba en serio. ¿Dónde coño iba a ir esa incapaz? Ni siquiera tenía el sueño de ser actriz. Era camarera en un bar de mierda, al que sólo iban fracasados, a tirarle los tejos a las chicas jóvenes y con escote que servían cafés y más cafés. No valían para nada más que no fuese echar café o echar un polvo. Realmente, no necesitaba trabajar en ningún sitio. Nos llegaba para pagar el alquiler, la comida y los desfases. A lo mejor no iba vestida con un abrigo de pieles, o llevaba joyas, o... qué sé yo, vivíamos bien.

Recuerdo la primera vez que nos drogamos juntos. Un par de tiros y una noche de sexo desenfrenado. Después de eso me aficioné a esnifar directamente de su culo o de sus tetas. Pero a ella no le parecía tan divertido o romántico como a mi. Ella prefería beber de la botella de ginebra mientras yo me enzarpaba con la blanca. Éramos perfectos.

Pero un día se fue. Esa noche discutimos, pero... ella no gritaba. Se resignaba y encajaba los insultos con un simple 'si', o 'ya', pero no contestaba. Le pregunté: 'cariño, ¿te pasa algo? Amor, sabes que puedes contarme lo que sea.' Pero se limitó a decirme que no, que estaba muy cansada. Nos fuimos a dormir y a la mañana siguiente ya no estaba. Había dejado una nota en la mesa y nada más.

Lloré como una maricona. Como una puta maricona. La mujer de mi vida se había marchado para siempre y no iba a volver. Claro que no iba a volver. Había tenido el valor suficiente para salir de este infierno, cómo coño iba a querer volver. Esa noche bebí más de la cuenta y me tomé medio armario de las medicinas. Me desperté a los tres días en un hospital cercano. Estuve muy a punto de palmarla. Qué más da. Sin ella, lo único que me parece atractivo es la muerte.

Nada importa ya. Lo único que ha cambiado es el coño donde la meto, las tetas donde esnifo y el vestido en el que me corro. Pero la echo de menos. Había noches en las que le olía el pelo mientras ella lo echaba todo por la taza. Y en ese momento era feliz. Me sentía el hombre más importante del mundo. No como ahora. Ahora no tengo nada. Picotazos en los brazos y en el corazón. Que sangre la nariz por 'pasarme de la raya' o que me sangren los nudillos.

Pero aún tengo una bala en la recámara. Y no hablo de metáforas o alguna mierda de esas. Guardo una pistola en el cajón y la bala que hay en el tambor lleva mi nombre. Lleva ahí mucho tiempo, durmiendo, esperando a que la despierte. Buscaré alguna camarera aspirante a actriz, le invitaré a un par de tragos, nos drogaremos, me la follaré y le diré que la amo. Y después, cuando ella duerma... ¡PUM! De cabeza al infierno. Esperando lo que haga falta hasta que ella regrese. Hasta que mi reina se siente en el trono que le corresponde.

Te esperaré, cariño. Porque lo nuestro era perfecto.

4 comentarios:

  1. me flipa tu forma de escribir, tiene algo que engancha.

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  2. Dios, que profundo! No tengo palabras para describirlo... Pero me encanta!

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  3. ¿Dónde has estado toda mi vida?
    Me has hecho llorar. Recuerdo continuamente vivencias que podrían causarme también llanto, pero no acostumbro a llorar como una niña indefensa, supongo que no soy esa clase de chicas que hacen ese tipo de cosas..siéntete afortunado chaval, me pasaré a menudo por aquí.

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