Estar contigo

¿Para qué quiero ir al Cielo si no voy a estar contigo?

¿Para qué ir al Infierno si se nos va a quedar pequeño?

Hace mucho que no hablo con Dios. Quizá esté ocupado pensando en qué ha hecho mal contigo. Debe ser que yo no tengo remedio alguno.

Lo que son las cosas, ¿no? Un par de cervezas, o tres. O cuatro o cinco o seis y todo parece más claro que nunca. Ay, viejo. Viejito mío. ¿Cuánto hace que no hablamos tú y yo? ¿Qué pasó?

Me acuerdo cuando bajabas al parque mientras fumaba y me decías que todo iba a ser fácil y bello y que el frío estaba dentro y que se iría. Qué razón tenías por aquel entonces. ¿Dónde está ese frío? Vino ella y me lo quitó y se lo llevó o lo guardó en algún armario.

Seguro que si algún día se va me lo devuelve o lo tira por la ventana al grito de "¡Vete! ¡Vete y no vuelvas!"

¿Y por qué te hablo con acento argentino? 

¡Pinche pelotudo! Me prometiste el Cielo y las cosas que hago con ella me llevarán al peor de los Infiernos. ¿Acaso te crees que tumbarme debajo de su culo es una cita a solas con San Pedro? Ay, tú y tus Gracias.

El caso es que el calor de ahí abajo no es tan desagradable ahora en invierno. Será que los pecadores preferimos quedarnos en nuestro cuarto encerrados.

¿Y por qué carajo sigo hablándote con acento argentino?

Eran besos tontos. Yo invitaba a las miradas y ella invitaba a que me acercase. A que cerrase los ojos y dejara que las lenguas jugasen solas. ¿Qué iba a hacer yo entonces? Ahora está claro que los besos no eran tan tontos y que ni yo era tan tonto. Aunque lo pareciese por la manera de mover mis manos torpes en su cintura o en sus piernas.

Bendita tontería, ¿no crees?

"Donde fueres haz lo que vieres", decían. Y yo iba y les veía haciendo lo que ahora hago y ellos ven lo que hago y a no mucho tardar harán lo mismo. Es todo un ciclo. Ay, viejito, si pudieras entenderme. Qué charlas teníamos tú y yo, ¿eh? Sólo tú me entendías y ahora sólo tú me puedes entender porque el resto ha dejado de escucharme. Parece como si se hubieran cansado de que yo fuera feliz.

¡Al carajo! Yo era feliz porque los tenía a todos. Tenía todo. Ahora Ella es mi todo. Sí, Ella. Con la E mayúscula. ¿No te acabo de decir que es mi todo? Y ahora que se acerca el final del año yo me pregunto si otro año a mi lado no será un Infierno peor que le que tú nos propones a todos nosotros.

Lo que yo sé es que con dos o tres o cuatro o cinco o seis cervezas todo se ve más fácil. Bueno, no sé si más fácil pero se ve de otra manera. Como más borroso, ¿entiendes?

Ahora mismo veo una casa en la playa, un vestidor del tamaño del campo de los Yankees y un coche de época esperando en la puerta. Y las palmeras bajo un atardecer naranja y morado. Y yo con eso y ella en el asiento de mi derecha me conformo. Pive, no me digas que no es amor.

Lo que yo sé es que con dos o tres o cuatro... Bueno, qué carajo. Yo no sé una mierda de nada. Yo lo único que comprendo es que estar con Ella es decir tres veces "Sí, quiero". ¿A eso quién le gana?

Ay, viejito, con lo que éramos tú y yo. Con lo que era yo y lo que soy ahora. ¿Mejor o peor? ¿Quién sabe? Apenas tú puedes saberlo y tú lo sabes todo, así que qué carajo me voy a preguntar yo.

Lo único que me pregunto es por qué coño sigo hablando con acento argentino.

Lo único que me pregunto es para qué el Cielo si no voy a estar contigo.