Ya está bien, hombre

Estábamos ahí sentados en un banco, jugando a las cartas y bebiendo litronas de Mahou. Hablando de todo un poco, gilipolleces variadas sobre todo. Y con la tontería en el cuerpo de cinco litritos de cerveza, se ponen a contar historietas de miedo. Que si pelis de terror, que si niñas en el fondo de un pasillo. Su puta madre. Claro, uno se hace el guay y las escucha. Una caja de música que gira sola aunque intentes pararla, un espejo, escaleras... Y todos aguantando como cabrones.

Y cuando llegas a casa y echas la llave piensas: Dios mío, me voy a dar la vuelta y me joden. Subes las escaleras a toda hostia sin mirar atrás y te encierras en tu cuarto. Dieciocho años y estas tonterías.

Está guay esto. No sé. Recordar cuando eras pequeño y te acojonabas con cualquier cosa. Hacerte mayor y darte cuenta de que eres igual de cagado que siempre. No me avergüenza decirlo. Cuando vi El Exorcista me partía el nabo de risa viendo girar el cuello de la chica y potando como mis colegas un día de pedo. Pero, no sé. Las típicas niñas con vestido de comunión al fondo del pasillo siempre me han tocado mucho los huevos. Eso sí. El día que vea una, le meto una paliza que acabo preso por violencia de género.

En fin... desvaríos en un sábado tranquilito. Sin mucha pasta en la cartera. En el barrio. Volviendo en el coche de la madre de un colega. Atípico, la verdad. Como a nosotros nos renta. Con una mezcla de sueño y medio borrachera de la cerveza. Joder, entra sola la jodida.

Pasen un buen domingo, y dejen de buscar en internet putas culonas. Ya está bien, hombre.

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