Que me manden al infierno

Abre la puerta e invítale a pasar. Dile que se descalce si quiere y cuando te pregunte que dónde deja los zapatos, respóndele que por ahí tirados. Ofrécele sentarse en el sofá mientras tú vas a la cocina y sacas un par de copas. Rellénalas de champán y deseo y siéntate a su lado, pidiéndole un brindis.

Por esta noche tan mágica y por nosotros. Chin chin. ¿Lo oyes? Es el sexo sucio llamando a la puerta.

No intentes frenar tus pasiones cuando ya ha empezado la carrera. Mírale a los ojos y dile que está preciosa. Lo que hagas después es cosa tuya. Que los labios se enzarcen en una pelea y que las lenguas se hagan un nudo que no podáis desatar. Quítale el vestido, la camisa o los vaqueros. Que se queden las almas desnudas y mostrad vuestro verdadero yo.

Que las sábanas terminen por el suelo y el colchón pida misericordia. Que ella te grite de placer y que os griten los vecinos. Que tu espalda acabe sangrando y los trozos de piel se desprendan de sus uñas.

Que el sexo sea lo más sucio y salvaje posible.

Que me manden al infierno por llevarte al cielo.

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