Es mi puta favorita

Creo que la he perdido. Después de hablar tantas veces sobre ella, de jactarme día sí y día también de poseer algo que, realmente, no era mío, pero sé que estaba ahí. Después de compartir con vosotros pensamientos que estaban en el fondo de mi cabeza, escondidos entre tuberías oxidadadas y con escapes, después de limpiar mi alma a base de escupiros frases. Después de todo eso... tengo la sensación de que se acabó.

No sé si volverá. No quiero llamarla. Esa *******, esa ***********, esa pequeña puta... es como una mala amante. Juega contigo y te hace pensar que tú eres el que lleva las riendas pero... no es así. Después de haber pasado con ella mil y una noches, sintiéndome como en cualquier motel de carretera, entre sábanas amarillentas y suelos de madera podrida por la humedad de las goteras del techo. De despertarme a las tantas de la madrugada, tener que lavarme la cara y mirarme en el espejo roto. Verla tocada por las ojeras, las arrugas, el paso del tiempo y el aplomo con el que caen las noticias sobre mi espalda. No era una buena vida, pero, joder, a mi me gustaba. Era la vida que yo había elegido.

Y una mañana cualquiera te despiertas, te das la vuelta y ya no está. Se ha ido. Se ha ido y no ha dejado nada. Ni una triste nota de despedida. Quizá mejor. Quizá piense que si no sé dónde está no iré tras ella. O quizá le guste que la persiga. No lo sé.

Ahora paso las noches recordándola, sentado en el balcón y mirando desde arriba el fondo de la calle, esperando que algún día de estos vuelva. Me gustaría verla andar hacia mí como solía hacerlo. Contoneando el culo, cruzando las piernas al andar como una modelo, pero con la indumentaria de una streapper que acaba de salir de trabajar. Masticando grotescamente el chicle y maldiciendo en voz alta por lo puta que es la vida, mandando al carajo a todos aquellos que le sueltan alguna barbaridad al pasar. Sí, tío, era una puta, pero era mi puta favorita.

Lo único que queda de aquellos buenos tiempos son recuerdos, fotografías, algún escrito, colillas en el cenicero y alcohol en el fondo del vaso. Las rosas murieron pero aún siguen en agua. Quizá si regresas renazcan... la verdad es que las rosas me dan igual.

Me duele más que cualquier adios de una mujer. Pero no derramaré lágrimas por ella porque sabía cómo iba a ser desde el principio. Sabía que este momento podía llegar y aún así dejé que jugase conmigo como había jugado con esos tíos tiempo atrás. Creía que iba a ser mía para siempre. Qué gilipollas fui.

La inspiración es una puta... pero es mi puta favorita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario