"Necesito una cura sexual como Marvin,
pero hecha con calma, sin correr como Minardi."
Te despiertas y el Sol que entra por la ventana te noquea de un directo. Hay que crujirse el cuello y aún así llevaré la cabeza inclinada todo el día por una fatal postura. Dos en un sofá no es vida. Litros y litros de cerveza, humo de cigarros en el ambiente, emulando a Michael Jordan en último partido contra Utah, ahora yo tengo el mando. Varias conversaciones en marcha en diferentes flancos. Intenta poner la oreja que te doy un bofetón. Estás o no estás.
Se van los malos augurios por la ventana y se pierden por el barrio mientras que aquí dentro sólo hay hueco para uno más. Poco a poco aumenta el oxígeno por persona y nos quedamos como al principio. Tirado en el sofá el baño parece un objetivo inalcanzable. No te digo ya la cama. Habrá que echarle pelotas e irse a la de matrimonio. No. Esa es del dueño. A la individual. No. Esa es para la señorita. A la otra individual. No. He estado allí pero las risas siguen en el salón. A oscuras y sin vernos las caras. No hace falta, nos las sabemos de memoria. Contra el litro. Qué coño hace ahí una columna. Otro que decide irse a la individual. Nos quedamos dos. Uno a cada lado del sofá.
Las voces van siendo cada vez más inaudibles hasta que todo se queda en silencio.
Son las nueve y media de la mañana del día siguiente.
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