Cada día con menos días

Meto la llave en el cerrojo, giro 45º hacia la izquierda, empujo y abro la reja. Saco la llave y cierro de nuevo. Subo seis escalones, avanzo un par de pasos y vuelvo a meter la llave en el cerrojo, esta vez de la puerta principal. Giro la llave 360º hacia la izquierda, dos veces. Giro otros 45º, empujo y abro la puerta. Saco la llave, entro, enciendo la luz y cierro la puerta. Echo la llave.

Avanzo hacia el mueble del pasillo. Abro el primer cajón y dejo las llaves. Sigo hacia el salón, enciendo la luz, me quito el abrigo y lo dejo en la silla. Saco la cartera, el bono, el móvil y el mp3. Lo dejo todo en la mesa. Apago la luz y salgo.

Apago también la luz del pasillo, subo los dieciséis escalones. Me asomo a la habitación de mis padres, están durmiendo. Voy a la habitación de mi hermano, abro la puerta, está durmiendo. Entro y apago el flexo. Yo también tenía miedo a la oscuridad. Salgo y cierro la puerta. Entro en mi habitación, a oscuras, me quito las deportivas y las dejo por medio. Me quito la camiseta, la dejo en el respaldo de la silla. Me quito el cinturón, lo dejo encima de las zapatillas. Me siento en la cama, me quito los calcetines, encima de las zapatillas. Giro la cabeza hacia la derecha y miro por la ventana. Fuera hace frío, mucho frío. La luz de la farola entra y proyecta las sombras de las rejas en el armario. Pienso en cómo ha ido el día. Esta es la peor parte de todas, sobre todo cuando llego a la conclusión de que no tendría que haberme levantado hoy. Me quito los pantalones y los dejo encima de la camiseta.

Estoy sentado en calzoncillos, metro ochenta y siete, sesenta y seis kilos. Cada día más delgado. Cada día con peor cara.

Cada día con menos días.

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