Duermo con las luces encendidas

Yo sé lo que es pasar por eso. Cerrar los ojos y que su imagen sea lo único que se te pase por la cabeza. Abrirlos y que ella esté allí, en silencio, con su cabeza apoyada sobre mi hombro mientras mira al infinito, ese infinito al que me lleva cada vez que me sonríe. Si, yo sé lo que es pasar por eso.

Hablar con ella durante horas sobre cosas que no importan, temas vanales que no conducen a nada, pensamientos hechos en voz alta sólo para saber cómo es la otra persona. Despedirse y contar los segundos que pasan hasta que vuelva a verla, abrazarla y besarla con la delicadeza con la que se trata a la porcelana, como con miedo a que pueda romperse y no tengamos más oportunidades de estar juntos.

Estar en silencio durante diez minutos, sin saber qué decir y con la imaginación trabajando a marchas forzadas por sacar un tema que mantenga viva la conversación. Y justo en el momento en el que uno de los dos dice que se va, las historias más emocionantes aparezcan de la nada.

Quizá mi cerebro funcione de esa manera. Se relaja mientras ella está conmigo, el olor de su colonia le deja en estado de ensoñación, los miedos y los problemas desaparecen alcanzando un estado mental similar al Nirvana. Y cuando dice que se va, reacciona. Le entra el miedo por volver a quedarse sólo, por tener que estar toda la noche despierto recordando esos buenos momentos. Por volver a echar de menos, otra vez.

Pero llega el día en que ella se va y no vuelve. Ya no volverá a llevarme al infinito al que ella ha estado mirando durante tantas tardes. Ahora soy yo el que mira al infinito, pidiéndole que me devuelva alguna de sus miradas que, en cierto modo, me corresponden.

Siento cómo el viento se lleva las hojas y los buenos ratos, cómo el frío hiela los charcos y corta mis labios, cómo la lluvia limpia las aceras y hace que mis lágrimas pasen desapercibidas. El tiempo intenta que la olvide.

Pero duermo con las luces encendidas para que nadie me robe su recuerdo, para que todo el mundo sepa que allí hubo alguien más, para que todo el mundo sepa que allí estuvo, está y estará ella.

Sí, yo sé lo que es pasar por eso, y la verdad es que me encanta.

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