La buena vida

Me vuelven a oler los dedos a tabaco y el estómago amargo. Me pitan los oídos desde la última vez que alguien te dijo mi nombre y recordaste lo que había sido yo en tu vida. No puedo hacer otra cosa que sonreír y pensar en cuánto tiempo escucharé lo que estás pensando.

¿A quién le escribo todo ésto? No lo sé, no importa. A ti, a él, a ella... Quizá debiera escribirlo sólo para mi.

La noche pasa rápida en el parking de un McDonald's, en un garaje o en mi coche contigo. Hace tanto que no me tumbo a observar las estrellas que se me ha olvidado dónde estaban. En ese cielo negro de ahí arriba ya no hay nada que nos llame la atención. Ahora nos miramos y creemos que no hace falta nada más.

Estamos dejando escapar las cosas sin importancia que son las que más importan.

Si te cuento un secreto es porque sé que se lo vas a contar a alguien. Es una manera de que todos se enteren de algo que me da vergüenza sin contarlo más de una vez. A la cabeza es difícil engañarla, son ya unos cuantos años de jodienda, ¿verdad?

Parece que me han hecho fijo en el turno de noche. Si miro el reloj mientras escribo sé que mañana será un día de bostezos largos y de ojos tímidos.

¿Ves a esos niños jugando a la pelota? Han nacido en el sitio equivocado. Aquí nos dedicamos a llorarle a alguna rubia y a pegarle a la ginebra.

Queremos averiguar cómo de cerca está la muerte.

Cómo de cerca está la buena vida.

2 comentarios:

  1. ..esa ficción entonces se vuelve de lo más real.
    Yo suelo decírlo así,la gente busca ficción en su aburrída vida cotidiana,cuando el mundo esta lleno de realidades que superan esa ficción de largo.......y largo
    Me gusto este texto mucho,escríbe para ella y para tí,que mas da el resto,aquí nos tienes por igual.Un beso.......

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