Somos todos felices

¿Han vuelto los días de no poder dormir hasta que sale el Sol?

Si ahora somos todos felices. Ya no hay nada de lo que preocuparse mientras estoy aquí tumbado. Si nuestro cielo ya no hay nubes. A treinta y dos grados a la sombra luce nuestro paraíso.

Pero, entonces, ¿por qué? ¿Por qué doy mi perfil malo y al rato doy mi perfil peor?

Me levanto y ha habido un asesinato. Nadie sabe quién ha sido pero mi cuerpo está perfilado en las sábanas. Huele a sudor. Huele a que está siendo una noche muy larga y a que el día será más largo aún. Coño, qué calor hace aquí.

¿Será por eso?

Ha pasado mucho tiempo, pero aquí estamos de nuevo. ¿Te acuerdas de mi? Qué buenos ratos hemos pasado tu y yo. O eso me han contado, porque yo siempre me iba antes de que llegaras. Se rompería la magia, ¿no crees?

Mucho ha pasado desde entonces. Ay, las buenas cosas, esas nunca cambian. Yo tampoco he cambiado apenas y tú te ves igual de hermosa. Esa sonrisa te sigue quedando genial.

Quizá sea lo que no me deja dormir.

Acostarse y que tus pezones no apunten directos a mi espalda debería ser pecado. Pero bueno, ¿acaso nos importa el cielo? Agárrame y no me sueltes por si la caída, y eso.

Y yo no puedo dormir pero a ti te da igual y más si esto supone el principio de un ritual y ese ritual se repite noche tras noche porque yo sigo sin poder dormir.

Sé buena conmigo y dime que no. Dime que puedo cerrar los ojos tranquilo y que nadie va a morir esta noche.

Y si no, ten la decencia de venir a morir conmigo.