Qué te parece

¿Qué te parece si les dejamos de lado y empezamos a vivir la vida? Deja los recuerdos en la cámara, la cámara en el bolso y deshazte de él.

No nos queda mucho tiempo para que la monotonía se presente cada mañana al abrir los ojos y nos de las buenas noches una vez pasadas las doce. Aprovechemos que, de momento, las buenas noches nos las den cuando el Sol ya está saliendo.

No pintes las paredes de tu cueva. Deja que los que lleguen tengan que inventarse un pasado nuevo. Que se inventen los pasados que ellos quieran, y actúen en consecuencia. Éso es lo que vamos a hacer tú y yo. ¿Qué te parece?

Súbete a un taxi y grita: '¡Siga a ese coche!'. Y si piensas que no te puede ofrecer una buena historia, pídele que siga a otro. Sigue a todos los coches de la ciudad y bájate cuando el reloj marque la hora que tú quieras.

Al fin y al cabo somos jóvenes.

Hasta que escribo

Me pesan los párpados, el cuerpo y el alma. Me pesa la carga que llevo a los hombros y me pesa, aún más, el no saber por qué carajos he de llevarla y quién la puso ahí.

He de reconocer que soy un tío despreocupado. Nunca le doy las vueltas necesarias a las cosas hasta que decido escribirlas aquí. Nunca me tomo nada en serio hasta que me toca explicarlo y darme cuenta de que me está jodiendo de verdad.

No sé si es la etapa sincera del alcohol o las ganas de vaciarme por dentro, quizá una mezcla perfecta de ambas, pero le encuentro más sentido a estos tres párrafos que a horas y horas de conversaciones vacías.

Nada duele hasta que escribo.

Un poco más de cuerda

Voy a ser todo lo que quise ser y eso va a decir una mierda mi favor. No sé qué día es hoy. Lo único que me importa es verte tumbada en la cama, desnuda, intentando hacerme creer que soy una buena persona.

Un reloj convencional marca la misma hora dos veces al día. El reloj que mide nuestro tiempo marca la misma hora veinticuatro veces. Marca la hora en la que decidiste que ya era suficiente, que debíamos dejar de engañarnos y volver a poner la Tierra bajo nuestros pies. Marca la hora en la que besaste mi mejilla y me dijiste 'adios'.

Hoy, miles de mismas horas después, la Tierra ya no está bajo mis pies. Desde hace mucho tiempo llevo todo su peso sobre los hombros. Algunos lo llaman 'el peso de la culpa'. Yo lo llamo 'la vida puta que nos ha tocado vivir'.

Probé el café y no me gustó. Probé a caminar bajo la lluvia durante horas y lo único que conseguí fue empaparme hasta los huesos. Probé a beber y beber y... bueno, a partir de ahí no recuerdo nada. Probé a hacer el amor y no follar, pero se parecen mucho, ¿lo sabías? Aunque, supongo, eso último dependerá del tipo de persona que seas y de cuál es el adjetivo que pones delante aquella última chica.

Recuerdo aquella noche en la que probé a caminar bajo la lluvia durante horas. Paré delante de tu puerta y me quedé allí, notando como el agua se filtraba por mis huesos y helaba hasta la sangre. Metí la mano en el bolsillo de la chaqueta y saqué un sobre. No había nada escrito en el hueco reservado para el remitente porque no era necesario.

Los goterones que caían del balcón comenzaron a arrugar el sobre y empapar lo que había dentro. Sólo eran letras, al fin y al cabo, pero yo creía que eran importantes.

Dudé, durante lo que yo creí que fueron días, y dejé el sobre en el suelo. El destino, el karma, Dios o cualquier otra sucia invención del hombre para no reconocer sus errores decidiría si recogerías ese sobre antes de que la lluvia asesinase al papel y lo que en él había escrito. Volví por donde había venido. Llovía con más intensidad y pensaba que iba a morir bajo todo aquel agua. Lo que no sabía es que, poco a poco, había empezado a morir hacía ya mucho tiempo.

Con el paso del tiempo he descubierto que no llegaste a abrir ese sobre.

Hoy, miles de horas después, sabrás qué había escrito en ese papel, qué mensaje te dejé antes de que me olvidases para siempre, qué último favor te pedí, antes de condenarme a vivir en el mismo puto instante para siempre, rezando porque el segundero volviese a girar al ritmo de nuestros latidos.

Lo que allí ponía no era más que:

"Dame un poco más de cuerda."

Demasiado tiempo

He estado buscando en un cajón todas las cosas que me recuerdan a ayer. Todas los discos, las fotografías, los libros... todo. Todo aquello que evocase tiempos mejores ha ardido lentamente mientras emanaba un humo denso de ambiguos sentimientos. Harto ya de recordar lo feliz que fui y vivir en una eterna comparación entre lo que soy ahora y lo que perdí por el camino.

Apartar todas las migas de pan, barrer las huellas que he dejado en la arena y borrar las marcas que dejé en los labios de alguna loca sin cuidado. Mi nombre aparece sobre la palabra 'odio' y mis iniciales a menudo se confunden. Me nombras y acabas la frase con un sonoro 'gilipollas' que hace que me piten los oídos.

La culpa no fue mía, 'para siempre' es demasiado tiempo.